Una pareja se besa con rebeldía en una esquina de El Raval.
La noche se deshace sin apenas ruido, mientras, lejos, tintinea una madrugada que tarda demasiado.
Al fin y al cabo, la noche es un paisaje del que solo soy un triste espectador asomado al brocal de los sentimientos.
— ¿Tienes fuego?
Sus pupilas son mil esquinas de hielo, palabras sin sentido y abrazos a tantos euros el minuto.
— «Esta noche la luz del amor está en tus ojos, pero ¿aún me amarás mañana?», decía Carole King.
Sé que tú lo preguntas cada noche.