Dicen que ya de niño tenía gustos raros, y prefería un tebeo o una película a la realidad. La realidad la dejaba para los demás. Cuando lo descubrieron, le rompieron todos los tebeos y quemaron sus películas. Aquel niño se hizo mayor de golpe, y ahora vive de las copias y facsímiles de la infancia muerta, una infancia de segunda mano que va encontrando reeditada por tiendas, kioscos y bares.
El resto del texto es ilegible, mojado por la lluvia. Sin embargo, en uno de los márgenes del papel, han escrito una frase misteriosa, que dice así: “Hijo de puta quien lo lea y no adivine lo que sigue, a pesar de la lluvia”. Muchos son los interrogantes y muchos los investigadores que han tratado de descifrar el mensaje en clave, esforzándose por dilucidar, entre otras cosas: ¿Cómo es posible que el autor del papel supiera de antemano que sería leído un día de tormenta, con frases borradas por la lluvia, frases que debían adivinar los lectores si no querían ser hijos de puta, tal como advertía el papel?