Surrealismo en rama

M de Mirinda


Esto consiste en confiar en la deriva, en el flujo incesante de significados incrustados en una procesión de imágenes que brota de un surtidor común, descomunal y sin fin. Esto es dejarse ir, fundirse con las ocurrencias, ordeñar mensajes escritos con el alfabeto de las basuras al oreo en callejones imperceptibles.

Tras una gran guerra de trincheras, gases mortíferos y ruinas, este plantón asomó entre los escombros. Surrealismo en rama. Canela fina con control de acceso. Tú, sí. Tú, ya no. André Breton, al mando. Luego, deshilachado, se hizo carne de tienda de souvenirs, ávida de dólares; juego banal en campus de verano y encuentros de empresa; adjetivo manoseado; pegatina adherida a lo que no nos entra en la cabeza, a lo qué me estás contando, eso es surreal, a lo que no casa.

De la razón, al azar. La intuición como Biblia. Lo sin pies ni cabeza nos salva: como fue al principio, ahora y siempre.

Embriaguémonos de aparentes sinsentidos, disipémonos para encontrarnos, yuxtapongamos percepciones para contar con un puzzle que nos sirva a modo de carta de navegación vital. 

Se trata de ser instrumento, cánula, cable o amanuense que recibe impulsos, que encauza la parte alícuota de este río inefable. ¡Sea usted soldado!, ¡soldado de un solitario ejército de adormecidos que farfulla en el duermevela para que en la vigilia común se sienta el avance de una niebla enrarecida que todo lo cubra, que todo lo descubra! La rendición, al menos entre las propias filas, será automática. Seguiré contando.


Más artículos de Mirinda Cristina

Ver todos los artículos de