Los mentirosos han existido en todas las épocas y la historia demuestra que se ha mentido siempre. George Orwell decía con razón que “el propio concepto de verdad objetiva está desapareciendo del mundo. Las mentiras pasarán a la historia.”
Uno de los escritores que supo desenmascarar a los mentirosos de su época fue Michel de Montaigne en sus Essais de 1580. En uno de sus capítulos, titulado Sobre los mentirosos, explica que los gramáticos diferencian muy bien entre decir mentiras y mentir; esta diferencia también se mantiene en los tiempos actuales.
Según los gramáticos, decir mentiras es expresar una cosa falsa pero que se ha tomado como verdadera, y eso le puede ocurrir a cualquiera: pregonamos un hecho o teoría que nos han explicado y luego resulta que no es verdadero, por lo tanto hemos dicho o pregonado una mentira. Mentir, en cambio, es otra cosa más compleja, es ir contra la conciencia y, en consecuencia, se refiere solamente a aquellos que hablan contra lo que saben.
Montaigne piensa que los que están acostumbrados a hablar contra lo que saben, o bien inventan completamente todo o bien disfrazan o alteran un fondo verdadero. Cuando algunos se disfrazan y cambian la verdad de la historia, se hace difícil que no se desenmascaren, y cuando todo lo inventan, parece que tienen menos temor a contradecirse.
Pongamos un ejemplo: las mentiras de Donald Trump que marcaron las elecciones de EEUU en el año en que se presentó; PolitiFact descubrió que el setenta por ciento de las afirmaciones de la campaña de Trump eran falsas.
Montaigne dice que los que están al servicio de los poderosos y no al servicio de su conciencia y de la verdad varían su discurso, de manera que una misma historia será un día de un color y otro día de un color distinto. El escritor francés recuerda también que la tozudez y la acción de mentir son vicios que deberíamos combatir porque una vez que se ha dado a la lengua esa falsa dirección resulta muy difícil modificarla.
Pongamos otro ejemplo: las mentiras que marcaron las elecciones del “brexit” en el Reino Unido y lo costoso que es ahora modificar el rumbo de los hechos.
En las dictaduras, como en los estados democráticos, la manipulación de la verdad —que es el recurso favorito de los políticos— pretende crear una imagen falsa o desorientadora con el propósito de engañar a las personas y para ello utilizan concatenación de falacias y todos los recursos a su alcance (el partido, las elecciones, el gobierno, los medios de comunicación, la justicia…).
Montaigne reconoce que mentir es un vicio maldito y que, como las personas nos relacionamos mediante la palabra, si fuéramos conscientes del horror del mentir, lo perseguiríamos hasta denunciarlo como se hace con los criminales.
En las primeras décadas del siglo XXI se actúa con esa habilidad de mentir y engañar de la que nos hablaba Montaigne en el siglo XVI y, como decía el escritor, deberíamos combatir ese horror. Si seguimos el razonamiento de Montaigne: ¿a qué político denunciaríamos como a un criminal por habernos mentido o engañado?
«En tiempos de engaño universal –afirmaba George Orwell–, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario».
Tenemos que empezar a combatir la mentira con la palabra y la verdad, para defendernos de los mentirosos y de los que falsean la verdad. Sin duda, la batalla puede ser dura y complicada, porque vivimos tiempos de posverdad —es decir, de subordinación de la verdad a intereses políticos—, de declive de los medios de comunicación por la subordinación a la política de la ética periodística, de auge de las redes sociales, de noticias falsas y de negacionismo científico, pero debemos defendernos.
Algunos ya han empezado a combatir la mentira y a defenderse, como el filósofo americano Lee McIntyre en su libro Posverdad (Cátedra, 2018). Es comprensible que en EEUU haya mucha preocupación sobre ese tema porque les gobierna el presidente más embustero de su historia. Pero todos los países tienen manipuladores de la verdad y mentirosos que viven de eso y que deberíamos combatirlos con la palabra y los hechos, salvo que aceptemos que esa gente nos tape los ojos.
Lee Mclntyre habla de esa gente que nos quiere tapar los ojos, da consejos sobre el futuro y termina su libro con estas tres líneas que invitan a reflexionar:
Cómo reaccionar ante un mundo en el que alguien trata de taparnos los ojos es algo que depende de nuestra decisión. La verdad aún importa, como siempre lo ha hecho. Reparar en ello a tiempo está en nuestras manos.