Tenemos que retroceder hasta el oscuro siglo XIII para reseñar la vida y las hazañas de Sinibald de Mas, uno de los hombres que fundaron el pueblo de Sant Ferriol d’Entremón. Se conoce al caballero gracias a los textos de Jeremías Balcells, el historiador que elaboró el imaginario local y construyó su orgullo, que no es poco. A día de hoy, en las fiestas patronales desfila el gigante de Sinibald, ataviado con la indumentaria de los caballeros de San Juan de Malta. A diferencia de los demás gigantes, siempre aparejados, el de Sinibald desfila solo. Es la figura más aplaudida y su porteador es escogido entre los jóvenes que han demostrado mayor ánimo patriota a lo largo del año y un alto grado de testosterona.
Sinibald llegó a San Ferriol cuando solo había masías dispersas y algunas cabras, amén de algún macho cabrío. Se hizo construir un castro humilde, cuyos restos son visibles todavía en los sótanos de la Caja Rural Ferriolense. Fue él quien sufragó los primeros gastos de la iglesia parroquial y pagó la campana principal, provista de un doble badajo, único en la provincia, cuya apariencia recuerda a una bolsa testicular. Actualmente, las mujeres recién casadas (solo las autóctonas) ascienden al campanario para practicar una palpación del badajo al tiempo que rezan “Deu-nos, Senyor, la fertilitat per repoblar Catalunya”.
Sinibald fue hombre pío, mitad monje mitad guerrero. Combatió contra Al-Mansur en persona, en un bosque de sabinas al lado de Calatañazor. Allí fue emasculado por un alfanje que, tras cercenar la cabeza de otro cristiano, fue a dar con su entrepierna por azar. Sinibald, impasible el ademán, atravesó al moro con su espada. Su hazaña se recogió en el célebre cantar soriano Donde Almanzor perdió el tambor (que se canta como una jota), entre cuyos versos leemos:
Sinibaldo el soldado catalán
mató al moro belinchón
aunque el moro, rataplán,
dejó al catalán capón.
Tras la hazaña bélica, Sinibald se entregó por completo a loar la obra de Dios y escribió algunos textos de gran piedad, entre los que destaca su Trachtat de sobre com la usura no és pecat quan se fa en nom de Déu e pel seu bé, fragmentos del cual fueron leídos por un destacado ejecutivo de La Caixa que también fue procurador del Fútbol Club Barcelona y luego consejero de Economía de la Generalitat de Catalunya. La historia de Cataluña quedaría incompleta sin el debido reconocimiento a las aportaciones de nuestro guerrero.
En 1239, Sinibald decidió dar un nuevo impulso a su labor piadosa y emprendió una guerra contra la brujería. Denunció y llevó a la pira a varias adoradoras del maligno. Pero una treta del diablo le trajo la desgracia. Cuando Sinibald de Mas contaba 65 años de edad, una joven llamó a su puerta haciéndose pasar por monjita pedigüeña del monasterio de Santa Pau. Atolondrado, Sinibald se fue en busca de la única bruja que no había conseguido quemar y le suplicó remedio para su falta de atributo masculino. La mujer le confeccionó una prótesis pergeñada con piel de jabalí y relleno de madera de boj.
La falsa monja y Sinibald vivieron unas semanas de felicidad completa, hasta que el artilugio se descompuso en un ajetreo y se descubrió el engaño. La mujer se fugó con un porquerizo joven y apuesto, y Sinibald se hundió en el culto a Satán. En 1242, el Santo Tribunal le condenó a muerte y fue despiezado por cuatro caballos. En Sant Ferriol se soslayan esos últimos episodios y se le celebra como fundador de la villa y prohombre nacional.