Reunión de amigos

Cronicomentarios


Entonces me junté en ese mismo local con Guagua L’Amore, una amiga estriptisera, que tenía un turno esa noche como a las ocho y media, una nueva amiga y colega, y también competencia, que Guagua, con su gran corazón había acogido en su círculo y adiestrado en el oficio, con ese mismo corazonazo que me deparaba un rinconcito tibio. Se trataba de una niña de ojos enormes y negros y piernas interminables que decía (en su mal inglés) venir de una familia de la nobleza húngara, aunque las malas lenguas decían que era en realidad de por ahí por Croacia y que se la habían traído engañada unos fulanos de la mafia rusa, haciéndola pasar por doméstica, como a tantas otras, ante los negligentes o indiferentes funcionarios de inmigración. Ella decía que estaba haciendo estriptis para juntar plata y entrar a la universidad el año que viene, y su nom de guerre era Nana Valpolicella, idea de su agente (o según las malas lenguas pimp), que no es un Einstein y que cree que así ella se puede conseguir el auspicio de esa renombrada marca de vinos. También se apersonó en esta ocasión Apocalipsis Rivera, hijo de un evangélico fundamentalista, que se convirtió en guerrillero en El Salvador, y que llegó exilado a Canadá en compañía de su hermano menor Deuteronomio, también militante del FMLN.