Póker

Trampantojos


Llevaban tiempo barajando la idea de comprarse una casa. Finalmente, él cortó la cuestión y le presentó cinco opciones. Ella descartó dos: la primera, por el frondoso campo de tréboles que crecía cerca, con la alergia que le dan; y la segunda, por la excesiva decoración romboidal de la fachada. Él le propuso otro par, aunque apostaba a que, con las opciones que él guardaba para sí —que daban mucho juego para sus aspiraciones—, batiría cualquier pretensión por parte de ella. Se equivocó. Ella puso sobre la mesa su elección: una enorme mansión, con una elegante escalera roja que le había robado el corazón. Allí vivirían cual rey y reina y, si quisieran, hasta podrían bailar una jota en el amplio vestíbulo, esa sí era una casa de diez, con nueve habitaciones y sus correspondientes aseos. Él aceptó su derrota. Contra aquello no podía oponer su escuálido trío de ases de toda la vida: bueno, bonito y barato.


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