Plancha de azogue

La vida fácil


«La nueva plancha de azogue no es blanca ni es tinta ni tiene color. Con ella podrá planchar todo tipo de indumentaria, cualquier hortaliza y esas partes del cerdo que tanto le gustan, incluidos los andares. Logrará resultados excelentes a cualquier temperatura. Todo dependerá del día que se le presente. Así, si amanece moteado con un pasmo del quince, le bastará con echar un par de camisas y unas pancetas vuelta y vuelta. ¿Que lo quiere menos hecho? Vuelta y media, jersey de cuello vuelto y unas rodajas de cebolla, que nunca fallan. Usted pone los dineros y la imaginación, la nueva plancha de azogue pone el resto. Ahora, eso sí, tampoco se llame a engaño: los milagros, a Lourdes.

Pero no tema, existen múltiples tutoriales para cocinillas y no iniciados en el fascinante mundo del mercurio a presión. Puede dar una patada a una piedra y le saldrán miles de ideas para comenzar. Para empezar, puede probar con unos simples calzoncillos… ¡Cómo! ¿Que nunca le había dado por ahí? Pues ahora puede. Y no solo eso: atrévase con esos calcetines raídos; volverá a sentirlos casi como nuevos. No olvide que puede hacerlo mientras tuesta unos pimientitos. Porque ¿a quién le importa el olor? Diga usted que sí, que es cuestión de gustos. Pregunte a familiares y a amigos, ofrézcase y sorpréndales con los espectaculares avances que logrará con este novedoso ingenio.

Y si le gusta, como sin duda esperamos, no olvide deslizar sus comentarios allende los mares. Eso sí, recuerde darles antes una buena pasada con su flamante plancha de azogue».

Aunque en esta sección no somos amigas del lenguaje comercial, por lo zafio que puede resultar, hemos hecho esta excepción porque el producto lo merece. Sin ir más lejos, nuestro estimado Luis Alfredo, mayordomo donde los haya, se muestra más feliz desde la última vez que nos pidió un aumento de sueldo y, a cambio, le facilitamos el trabajo con este simpático electrodoméstico.