Este relato nació para ser un monólogo teatral. Lo conté en el Ateneu de Nou Barris en el espectáculo «El collar de perlas», hace ya algunos años. Hoy lo cedo a La Charca.
Pequeña ráfaga de difuntas
Pilar PedrazaLa LloronaComo buena atea, mi amiga María Posa tiene una intensa vida espiritual. Me dice que a partir de ahora se encierra en su castillo de huesos y abandona de momento sus lánguidos paseos por el Mercado Central.
Cinta funeraria
Ana GrandalTrampantojosHonraré siempre tu figura inspiradora, Freddy Krueger.
El pasillo
Javier HerreroEscalofríosSi no fuera por mi tío, nunca habría venido al hospital; siempre me pareció una persona encantadora, lleno de bondad, generoso y afable.
Cerrojazo
Danilo FacelliEl buscador de tuétanosestrujé mis ojos
tanto
que lloré
ataúdes de limón
Anatole Broyard y la literatura de la muerte
Pere MontanerCasa de citasAnatole Broyard ansiaba ser escritor. Pero no un escritor negro, instalado en la última fila del autobús de la literatura. No deseaba escribir sobre el amor entre negros o los conflictos entre razas diferentes, sino sobre el amor y los conflictos en general.
El caso de los dos niños desaparecidos
Albert TuguesPerplejos en la ciudadUn día los niños se alejaron tanto que atravesaron unos bosques cercanos al cementerio. El niño más pequeño tenía un gran sentido de la orientación, pero aun así se extraviaron por el camino de vuelta.
Maneras de despedirse
Cayetano GeaPesca de arrastreUn escalofrío recorrió mi espina dorsal cuando, al regresar a casa tras el entierro y visitar aquella noche mi página de Facebook, pude comprobar que entre los que le habían dado al “me gusta” figuraba el fallecido.
Rictus interruptus
José Martín CuestaSolo, por favorA mí me pilló en pleno acto sexual. Mi pareja no sintió nada, o, más bien, dejó de sentirme, pues el fallo cardíaco afectó a la circulación sanguínea; ninguna parte del cuerpo se libró de la falta de flujo y todo se relajó.