Originalidad y desmemoria

El martillo pneumático


Cuando me encuentro delante de alguien que dice ser muy original, lo primero que pienso es que estoy delante de un desmemoriado. 

La originalidad en el arte y en la literatura es una ilusión producida por la falta de memoria, de información o de desconocimiento de la historia del arte.

Quien tiene memoria y conocimiento de lo acontecido ya sabe que no hay nada nuevo bajo el sol. Creo que la última creación original que se ha dado en la historia del arte ha sido la invención del capitel dórico.

Las cosas ya se han dicho con anterioridad. La grandeza de la creación artística reside en la forma de decir y en proponer unos puntos de vista renovados y adaptados a los tiempos.

Actualmente la originalidad está sobrevalorada y, a sabiendas de que todo es plagio, se condena el plagio: pura hipocresía que sólo se explica bajo criterios comerciales que constantemente crean espejismos de exclusividad ilusoria.

Que nadie piense —ni el artista, ni el autor, ni el espectador— que la originalidad es una sustancia estética. Esta reside en la forma, en el cómo se expresa el autor. La originalidad reside en el matiz de la expresión y este material lo podemos encontrar en la copia renovada capaz de mostrarnos facetas nuevas de la realidad.