No eran cartas de amor

Perplejos en la ciudad



Se subía a una silla del bar y leía dos cartas, con voz temblorosa, casi inaudible:

Texto de la primera carta

“Una procesión de hormigas obreras no arrastran al hoyo fragmentos de una carta de amor, sino cascarillas de semillas pegadas a una araña muerta, que servirán de alimento.

En el hormiguero (en la sociedad) aguardan el fruto del trabajo, que no es una carta de amor.  Ni la necesidad de amar, sino de comer y devorar la cascarilla, la araña muerta, el corazón ofrecido en sacrificio sangrante.”

Texto de la segunda carta:

“Alguien se estremece. Más allá, en una plaza con palmeras, dos gaviotas hambrientas se comen la cabeza de una paloma que no ha tenido tiempo de volar y escaparse de las garras de las dos gaviotas.

Dos hombres se ríen.

Alguien se estremece.

Una niña sale corriendo de la plaza, asustada.

Un barrendero recoge los restos de la paloma, y los dos hombres continúan riendo.

Quedan manchas de sangre en el suelo. Arrojan serrín. Al día siguiente, una camioneta de saneamiento las regará a presión, hasta hacerlas desaparecer calle abajo. Pero alguien que se estremece y la niña asustada no podrán olvidar las manchas de sangre.”