Miss Universo 1953

Oscuro, casi negro

A veces pienso en lo que llevo recorrido desde aquel lejano mil novecientos cincuenta y tres en el que las cartillas de racionamiento acababan de suprimirse, la leche se recogía en lecheras de hojalata y las neveras funcionaban con barras de hielo. En Radio Nacional: Ama Rosa, Diego Valor y el Ángelus a las doce. Tengo setenta años. Cuando era pequeño no podía imaginar un hombre de setenta años o lo imaginaba muerto. Uno de cuarenta ya era un viejo que te reñía por cualquier cosa. Si mi vida fuera una película sería un rollo larguísimo con un guion incoherente y un protagonista poco convincente. Algunos aciertos del casting animan a seguir viéndola. Los personajes interesantes van desapareciendo. Como en el neorrealismo hay curas, familia, vespas, novias, militares, bodas, hijos, abuelas de pueblo, amantes y motocarrros con letras por pagar. La parte final es más interesante, la película se anima mucho en la última media hora (sobre un metraje de tres horas igual a setenta años). Más acción, viajes, historias románticas, amor… Esto es demasiado largo y ya os habréis salido del cine mientras intento darle un digno final sin darme cuenta de que la película ya ha acabado y este era el último pase. No seáis duros con las críticas. La película es un plano secuencia y más Berlanga que Monicelli. Y está basada en hechos reales que nadie recuerda. Cristiane Martel, francesa, católica, fue Miss Universo aquel año. Clavada a mi madre. Yo fui hijo de Miss Universo. A los trece años hablaba francés.
 


Más artículos de Reig Lukas

Ver todos los artículos de