Sucedió hace muchos, muchos años,
en un reino junto al mar.
Edgar Allan Poe: Annabel Lee

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Linda Dawson y Dennis Hopper en un fotograma de Marea nocturna (1961), película de Curtis Harrington.
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Johnny Drake es un joven marinero anclado en Nueva Venecia, un bullicioso barrio costero de Los Ángeles en los años 60 del pasado siglo. Está solo y desorientado. Lo vemos deambular al atardecer por el muelle, fumando un cigarrillo tras otro. Entra en un club nocturno, donde un grupo de jazz ameniza la noche a unos cuantos solitarios como él. Johnny bebe cerveza y pasea la mirada por la clientela. Descubre entonces a una hermosa joven de cabello negro y túnica blanca, se aproxima a su mesa y le propone conversar. Pálida, algo ensimismada, de pechos enhiestos y aire misterioso, la joven se lo agradece, pero —le dice— prefiere continuar escuchando música. Aparece entonces una mujer madura envuelta en velos negros, muy delgada y de mirada fría, que increpa a la joven hablándole en griego. No entendemos lo que le dice, pero advertimos recriminación y amenaza en sus palabras. Cuando la mujer desaparece, la chica se levanta y sale apresuradamente del club. El marinero la sigue, pues no quiere perder la oportunidad de intimar con ella.
Yo era un chiquillo y ella una chiquilla,
en aquel reino junto al mar.
Estamos contando el arranque de una película extrañamente poética y levemente terrorífica (Night Tide, 1961), el primer largometraje de Curtis Harrington (1926-2007), cineasta estadounidense que hasta esa fecha solo había realizado cortometrajes underground. Tras un primer ejercicio escolar sobre El Hundimiento de la Casa Usher (1942, 8’), Harrington se estrenó con Fragment On Seeking (1946, 16’) —donde él mismo interpreta a un joven obsesionado con una mujer a la que nunca consigue—, Picnic (1948, 22´) —un paseo surrealista por los sueños de la clase media americana—, On the Edge (1949, 6’) —una aterradora fantasía con los padres del cineasta como intérpretes— y su primer filme en color, The Assignation (1953), donde rastrea durante ocho minutos a una misteriosa máscara por los canales de Venecia. Quizá su trabajo más reconocido fuera A Wormwood Star (1955, 10’)[1], un estudio cinematográfico de la obra de Marjorie Cameron, artista y poeta, seguidora del ocultista Aleister Crowley. Un documental onírico y perturbador.
Con Marea nocturna (Night Tide, 1961) Harrington se lanza a escribir y dirigir su primer largo, filmado con pocos medios y mucho aliento por parte de sus amigos: el prestigioso director James Whale —fallecido antes de que se ultimara el proyecto—, el cineasta experimental Kenneth Angery y la propia Marjorie Cameron, que ya había participado en uno de sus cortometrajes. En esta película, la Cameron se encarga de poner el contrapunto tenebroso a la historia de amor entre el marinero solitario —un jovencísimo y fotogénico Dennis Hopper— y la chica a la que le gusta el jazz, Mora —la mujer-sirena—, interpretada por Linda Dawson.
Nos amábamos con un amor que era más que amor,
Annabel Lee y yo.
Aquel primer encuentro en el club nocturno deriva hacia una relación romántica con besos apasionados en la playa y bailes al anochecer. Un amor manchado por la sospecha entre dos jóvenes desarraigados que buscan compañía, sexo y un destino vital. ¿Quién es en realidad Mora, esa joven que trabaja como sirena en un barracón de feria? ¿Cómo interpretar sus palabras cuando dice sentir el ritmo de las olas en sus venas? ¿Quiénes son las criaturas marinas que, según ella, vendrán a buscarla? ¿A qué obedece la presencia de esa mujer de negro que entorpece su relación con Johnny? «¿Viste cómo me miraba? —le pregunta Mora— ¿Viste cómo me hablaba? Es uno de ellos, una de las criaturas del mar, y tengo mucho miedo, Johnny».
Entonces vino aquel hidalgo pariente suyo
y la apartó de mi lado,
para encerrarla en un sepulcro
en aquel reino junto al mar.
Johnny consigue averiguar algunas cosas más sobre la enigmática Mora que no hacen sino aumentar su inquietud. El propietario de la atracción de feria (Gavin Muir) le explica que recogió a la chica en la isla de Mikonos, la adoptó y cuidó durante años y ahora se ve obligado a soportar, con la ayuda del alcohol, su ausencia. No le gusta que se relacione con jóvenes como Johnny, al fin y al cabo, un recién llegado. Por su parte, Mora se presenta en el barracón de feria disfrazada de sirena, tumbada bajo una lámina de agua, con las piernas enfundadas en una cola de pescado, peinando sus negros cabellos en silencio. Cuando acaba su trabajo, se baña, seduce a jóvenes como Johnny, se besa con él y lo arrastra a peligrosas aventuras en el mar. Antes que Johnny, otros jóvenes cayeron en sus redes, y un par de ellos fueron hallados muertos en la playa. ¿Seguirá Johnny el mismo destino? La quiromántica que ha conocido en el tiovivo de la feria (Marjorie Eaton) le advierte: «Mora está atrapada en un torbellino de maldad y tú, un joven puro e inocente que busca respuestas, estás sometido a un grave peligro. Siento tener que decírtelo, pero la gravedad del peligro yace en tu corazón».
Marea nocturna es una película que confronta la realidad y la imaginación, lo material y lo esotérico, siguiendo la norma de aquel productor de serie B que fuera Val Newton cuando recomendaba para sus filmes de misterio aludir más que mostrar: «Una tensa historia de amor, tres escenas de horror sugerido y una de verdadera violencia. Fundido en negro y acabar la película en menos de 70 minutos». Val Lewton fue el productor de La mujer pantera (Jacques Tourneur, 1942), película con la que Marea nocturna guarda estrecha relación. Irina, la mujer que se cree miembro de una salvaje raza de panteras, resulta tan fascinante para los hombres como Mora, la mujer-sirena que aguarda la llegada de las criaturas marinas que quieren recuperarla. Ambas películas son filmes de culto, aunque la de Curtis Harrington yace todavía olvidada en la colección de cine marginal.
Junto a La mujer pantera, la otra fuente de inspiración para el filme de Harrington fue, siempre lo ha sido, Edgar Allan Poe. De ahí que el director cierre su Marea nocturna con los últimos versos del poema Annabel Lee, cautivándonos con estas palabras:
Jamás brilla la luna, sin que yo sueñe
con la hermosa Annabel Lee,
(…) Y así, durante la noche,
permanezco tendido junto a ella,
allá, en el sepulcro junto al mar,
en su tumba junto al mar sonoro.
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Para saber más sobre la trayectoria cinematográfica de Curtis Harrington, desde su primera incursión adolescente en 8 mm (The Fall of the House of Usher, 1942) hasta su regreso a Poe en su último cortometraje (Usher, 2002), puede verse con provecho el documental House of Harrington (2008), de Tyler Hubby y Jeffrey Schwarz, clicando aquí: https://www.youtube.com/watch?v=4avcnBP60sQ
[1] Los cortometrajes de Curtis Harrignton están editados en Blu-ray (Curtis Harrington Short Film Collection [USA]) y pueden conseguirse bajo demanda en https://vimeo.com/ondemand/28908