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Un viernes a las seis de la mañana se descubrió el cuerpo del concejal de urbanismo colgado de una soga en el Puente de los Demonios. Hay que tener sentido del humor hasta para un asesinato. Traje de Armani, corbata de Hermès y la cara blanca como un payaso de una sustancia que luego se identificó como cocaína pura. La autopsia confirmó lo que la primera inspección ya conocía: el tipo estaba muerto cuando lo colgaron, asfixiado con una bolsa de plástico, tenía restos de polietileno en el pelo engominado de político pepero, solo es un dato, mera estadística. Ninguna pista, ningún testigo, ninguna huella. La noche anterior había salido a las diez de su casa en la Avenida de Francia donde vivía solo, el portero lo saludó antes de acabar su jornada, y ya no se le volvió a ver. Su ordenador personal no reveló nada especial aparte de su homosexualidad y su afición a la pedofilia.
En el Ayuntamiento, la alcaldesa me recibió como si fuera un empleado de la limpieza, eso quería ella, un Mr. Wolf de Tarantino. Me soltó el rollo de la importancia política del caso, la colaboración con la justicia y la estricta ética de su partido. Le dije que esto no eran las finanzas del Vaticano ni el concejal Roberto Calvi. Lo entendió. Le pedí acceso al despacho del concejal Armani y le dije que tenía que llevarme su ordenador y sus archivos en papel. Nada en especial, sus cuentas bancarias no registraban movimientos extraños. Solo había un mensaje no contestado por parte de un fondo buitre —Eagle Control Ltd— con una oferta de compra por un edificio de VPO de 500 viviendas por 50.000 cada una en dos edificios contiguos en zona centro de la capital. No había respuesta, mensaje fechado 24 horas antes de encontrar su cuerpo. No era difícil de entender, pero sí de probar.
Podía romper la historia de los fondos buitre en esta ciudad. Y pasé la información al periódico Levante. Primera plana. «El concejal de urbanismo aparece muerto en el puente de los demonios. La alcaldesa apunta a la mala salud mental del concejal. El inspector al cargo, que tiene pistas sobre una organización mafiosa, declara: «No vamos a permitir esto en una ciudad como Valencia. El tema de la oferta por las viviendas VPO de fondos extranjeros va a ser investigado, como otros sospechosos»». Desde arriba nos dieron órdenes de parar la investigación.
El lunes, a las seis de la mañana, lo vi todo claro. Llamé a la alcaldesa: «Si no se quedan con las 500 viviendas voy a publicar en los periódicos todos sus mensajes». Al día siguiente la Consellería compró la idea. Al final Armani era un buen tío. Jodió al fondo buitre y pagó por ello. Borré todo el historial de su ordenador, mensajes y fotos. Tampoco era tan pervertido: las caras de los menores estaban pixeladas. Los demonios ya lo acompañaban en la Tierra y oyeron sus últimas palabras «Mors sua quemque manet«. A cada uno le está reservada la muerte que le corresponde. Un aviso para navegantes. Eagle Control Ltd. desapareció de la ciudad y de este país.
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