La mentalidad militar

Leído por ahí


Escribió Albert Einstein en The Bulletin of Atomic Scientists[1]que lo característico de la mentalidad militar es considerar como esenciales los factores no humanos (bombas atómicas, bases estratégicas, armas de todo tipo, posesión de materias primas, etc.) frente a los intereses propiamente humanos: los deseos y pensamientos de los hombres, es decir, los factores psicológicos de cada cual y, por tanto, los intereses del colectivo al que pertenecemos. Anteponer el poder desnudo de los Estados (un poder que se justifica a sí mismo) a los intereses y deseos de los individuos, nos convierte en “material bélico humano” al servicio de la mentalidad militar. Esa mentalidad —concluye Einstein— es una de las ilusiones más extrañas a las que puede sucumbir el hombre.

Si nos preguntamos cómo una mentalidad semejante pudo haber calado entre nosotros, gente de a pie, hasta el punto de hacernos partícipes de ella, no hallaremos respuesta. ¿Cómo puede alguien llegar a pensar así? Tendremos que aceptar que o bien esa mentalidad ya anidaba en nosotros in aeternum o bien que los responsables de promoverla supieron cómo azuzarla y extirpar, simultáneamente, otras tendencias naturales que forman parte de nuestro bagaje, como la pulsión a la concordia y a la paz.

Las palabras de Einstein aparecieron en The Bulletin of Athomic Scientists en 1945, tras las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, al final de la Segunda Guerra Mundial. «La preocupación por el hombre mismo y su destino debe constituir siempre el interés de todo empeño técnico. Jamás debemos olvidar esto entre nuestros diagramas y ecuaciones». Posteriormente, el Premio Nobel publicó otros artículos en esa revista defendiendo la necesidad de un gobierno mundial y advirtiendo de las consecuencias nefastas de una guerra nuclear, instando «al examen completo y abierto de las repercusiones de los recientes avances científicos para la humanidad y el fomento de métodos pacíficos para la resolución de todos los motivos de conflicto internacional»[2].

En 1947, el citado boletín incluyó por primera vez en su portada el popular Reloj del Apocalipsis, referido a la amenaza de un holocausto nuclear. A partir de 2007 ese reloj representa también la amenaza del cambio climático. La hora va cambiando de acuerdo con el peligro percibido por el panel de científicos de la revista. En enero de 2016,​ hace seis años, el Reloj del Apocalipsis marcaba tres minutos hacia la medianoche, esto es, hacia el fin del mundo, subrayando como factores de análisis el cambio climático descontrolado, los avances tecnológicos disruptivos y los arsenales exagerados de armas nucleares. Hoy, en abril de 2022, sin que hayan disminuido los peligros apuntados y en plena guerra de Ucrania (con las amenazas de Putin de utilizar armamento nuclear), el Reloj del Apocalipsis señala cien segundos hasta la medianoche. Cien segundos hacia la medianoche definitiva.  

Moraleja

¿Qué falta nos hace una moraleja en estas circunstancias? Usted y yo somos únicamente víctimas (y no protagonistas) de esa cacareada mentalidad militar que trabaja al servicio del Poder. ¿El poder de quién? ¿Para qué? ¿Qué derecho tiene nadie a dinamitar mis pensamientos, deseos, expectativas e intereses particulares? ¿Y los intereses y deseos de los ciudadanos de Ucrania, Rusia, Siria, Palestina, Afganistán…?


[1] The Bulletin of Atomic Scientists nació en la Universidad de Chicago tras la Segunda Guerra Mundial como instrumento de debate político y ético sobre las nuevas armas de destrucción masiva. Hoy sigue publicándose de manera virtual (https://thebulletin.org/) atendiendo a los grandes problemas que afectan a la humanidad (amenaza nuclear, cambio climático, crisis COVID, tecnologías emergentes, etc.) El número y calidad de sus prestigiosos colaboradores (premios Nobel incluidos) no ha dejado de aumentar desde sus comienzos.

[2] Llamamiento de los científicos contra la guerra, texto esbozado por Bertrand Russell en 1955 y firmado por Einstein pocos días antes de su muerte.