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Hojeo La corrupción del lenguaje[1], una colección de artículos de George Orwell (1903-1950) sobre propaganda, mentira y manipulación política. Lo leo con interés y compruebo que el libro se queda corto si lo comparamos con lo que sucede en la actualidad, donde la política nacional e internacional amasan todo tipo de mensajes para oscurecer la verdad, si es que no la dinamitan directamente. En el periodo nazi, la verdad era un constructo del poder, como también sucedió con el estalinismo. No existía la ciencia, sino la ciencia alemana, la ciencia rusa o la ciencia judía… El resultado de semejante actividad era un mundo de pesadilla en el que el Líder o alguna camarilla gobernante decidía qué es la verdad en cada caso y obligaba a sus súbditos a aceptarla, mediante la amenaza o la propaganda. El poder decidía que dos y dos son cinco, controlaba el presente y decretaba cómo debía ser el futuro. Incluso reescribía el pasado a voluntad.
Pero es que en el mundo actual (tanto en Rusia, como en Israel, en Irán, en Estados Unidos, o en las democracias europeas) se continúa alimentando la falacia de que la verdad es relativa y que los dirigentes pueden rehacer el presente y reescribir el pasado. Lo llaman «el relato», una relectura que, por definición, nunca es “verdadera”. Cualquiera que haya leído Rebelión en la granja[2], del mismo autor, habrá observado cómo actúan los cerdos cuando llegan al poder. Y que los dirigentes pertenezcan, precisamente, a la casta de los cerdos —con lo que esto conlleva de ofensivo para los que mandan— fue una de las razones por las que la intelligentsia británica no vio con buenos ojos la edición de la obra. La novela, publicada en 1945, después de haber sido rechazada por cuatro editoriales, constituye un admirable ejemplo del funcionamiento de los regímenes totalitarios y una advertencia de las diferentes formas de corrupción que engendra el poder. Entre ellas, y quizá la más importante, la invención de la verdad, ese dos y dos son cinco que, en opinión de Orwell, resulta más peligroso que las bombas, pues coloca al ciudadano en un territorio inestable donde no sirve la experiencia sensorial ni el pensamiento libre, sometido, como sucede en la otra gran novela de Orwell —1984[3]— al control del Gran Hermano. He aquí un fragmento (Primera parte, capítulo 7):
Al final, el Partido anunciaría que dos más dos son cinco, y tendrías que creerlo. Era inevitable que tarde o temprano llegaran a eso: la lógica de su posición así lo exigía. Su filosofía negaba tácitamente no solo la validez de la experiencia, sino también la existencia misma de la realidad externa. El sentido común era la peor herejía. Y lo aterrador no era que te mataran por pensar de otra manera, sino que era posible que tuviesen razón. Pues, al fin y al cabo, ¿cómo sabemos que dos y dos son cuatro? O que la fuerza de la gravedad actúa. O que el pasado es inalterable. Si tanto el pasado como el mundo externo existen solo en la mente y esta es controlable… ¿qué nos queda? (…) La libertad es poder decir libremente que dos y dos son cuatro. Admitido eso, se deduce todo lo demás.
Pero no hemos venido aquí a comentar sus novelas, sino a subrayar que en los ensayos de su libro Orwell se anticipa a lo que estamos viviendo ahora, que es algo muy similar a lo que se vivió a mediados del siglo pasado en los regímenes totalitarios. Hoy, incluso en las democracias liberales, el poder engaña a los ciudadanos con versiones de los hechos que cuestionan el sentido común, dificultan la búsqueda de la verdad, la objetividad y la verificación, y promueven formas de expresión (a través de la prensa, los argumentarios políticos, las televisiones…) que formatean los hábitos mentales de sus seguidores. Y los que se resisten a estas alambicadas formas de expresión (la neolengua, en el vocabulario de Orwell) son considerados enemigos del pensamiento único.
Frente al imposición de tales interpretaciones sesgadas de la realidad, sepan ustedes, queridos lectores, que la verdad, la objetividad y la honradez son las condiciones de una democracia abierta. ¡Apréndanselo!
Moraleja
Considerando lo anterior, trate de guiarse en lo sucesivo por las normas siguientes:
—No sea usted servil: aunque le suban la pensión o le bajen los precios (es un decir) los gobernantes no le están haciendo ningún favor. Pregúntese qué le quieren vender con tales medidas y por dónde le están buscando las cosquillas. Si no lo tiene claro, lea Rebelión en la granja y entérese de lo que vale un peine.
—No sea usted un liberal renegado: no es cierto que la única manera de defender la libertad sea por métodos totalitarios, combatiendo el pensamiento crítico. Lo más probable es que apoyar esos métodos se acabe volviendo contra uno mismo; llegará un momento en que estos métodos serán usados “contra ellos” y no “por ellos”.
—No se fie de los que mandan: cambiar una ortodoxia por otra no supone necesariamente un progreso. Como escribió Orwell: «El verdadero enemigo está en la creación de una mentalidad “gramofónica” repetitiva, tanto si se está como si no se está de acuerdo con el disco que suena en aquel momento».
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Adenda
En su obra ensayística y narrativa, George Orwell abordó el estrecho vínculo existente entre la degradación del lenguaje y la manipulación política, particularmente en los regímenes fascistas o estalinistas. Él mismo sufrió en su vida personal la persecución de unos y otros extremos, tal como nos ilustra su biografía en forma de novela gráfica que también hemos tenido ocasión de hojear. Orwell. Etoniano, poli, proletario, dandi, miliciano, periodista, rebelde, novelista, excéntrico, socialista, patriota, jardinero, ermitaño, visionario[4] es la narración que Pierre Christin y Sébastien Verdier han preparado para Norma y que ofrece un atractivo recorrido por la trayectoria del autor de Rebelión en la granja.
[1] George Orwell: La corrupción del lenguaje. Ensayos sobre propaganda, mentira y manipulación en la política. Página Indómita. Barcelona, 2023.
[2] George Orwell: Rebelión en la granja. Ediciones Destino. Barcelona, 2000.
[3] George Orwell: 1984. Alfaguara. Barcelona, 2022.
[4] Christin y Verdier: Orwell. Etoniano, poli, proletario, dandi, miliciano, periodista, rebelde, novelista, excéntrico, socialista, patriota, jardinero, ermitaño, visionario. Norma editorial. Barcelona, 2020.