La bilis negra y la melancolía

El martillo pneumático


Los artistas del Renacimiento fueron abandonando, poco a poco, la teoría “humoral” de Hipócrates según la cual los desequilibrios que se producen en la secreción de la “bilis negra” provocan un estado de tristeza permanente.

Creyeron que el genio artístico, sin mencionarlo, estaba relacionado con el equilibrio o desequilibrio «humoral» que ellos denominaron ‘melancolía’.

Aquellos artistas intentaron racionalizar el sentimiento de melancolía. Durero llegó a representarla en forma de poliedro de múltiples caras.

El estado de melancolía, tal como afirma Aristóteles en su Problema XXX, determina el talento y el genio, en sus distintos niveles. Lo psicológico es una consecuencia del equilibrio “humoral”, es algo así como decir, del estado del cuerpo.

Según Aristóteles, si la temperatura de la «bilis negra» es alta, origina accesos de locura y manía. Si es baja, provoca abatimiento y tristeza. Lo que hoy llamaríamos trastornos maníaco-depresivos, ciclotimia o bipolaridad.

Más adelante, los pensadores románticos otorgaron a la melancolía un papel capital como motor de creación artística. Para ellos, sin embargo, la melancolía no estaba determinada por desequilibrios “humorales” sino que era un producto trascendente, algo que concedían los dioses o las musas.

Pero las musas se jubilaron en el siglo XX y los dioses impíos se rieron cuando Nietzsche anunció que el Dios Único había muerto. Entonces, la teoría «humoral» hipocrática se transmutó en las teorías bioquímicas actuales que explican la melancolía (hoy llamada depresión) en base a desequilibrios, no de flema y bilis, sino de aminas biógenas cerebrales y de neurotransmisores.