Lunes, 15 de junio de 2020
Hoy ha vuelto a pasar. Ha sido tan fugaz que me cuesta mucho decir en qué momento ha ocurrido, pero sé que lo he sentido. Una extraña sensación, difícil de definir, que solo podría explicar comparándolo a lo que solemos llamar nieve, a esas interferencias que se producen en la televisión cuando no está bien sintonizada. Un punto de esa nieve, una nubecilla volátil, ha pasado ante mi mirada y se ha disipado casi tan pronto como ha aparecido.
Hace unos días, cuatro o cinco, no recuerdo bien, cuando regresaba de cenar con Diana, también lo sentí, aunque lo achaqué a un efecto pasajero de cuanto pude beber durante la comida. También entonces fue una sensación muy breve y rápida. Como decía, fue algo así como un ruido visual que pasó ante mis ojos y desapareció casi al instante.
Creo que si me ocurriera de nuevo voy a pedir cita con el doctor Marcos para que me revise la vista y, si fuera necesario, me envíe al oftalmólogo. En realidad, no puedo decir que se trate de algo molesto. Dura tan poco que casi ni me doy cuenta, pero en mi profesión la vista es esencial y no quiero que me pase como a Matías, que perdió la visión de un ojo por no detectar un glaucoma a tiempo. Tengo miedo visceral a quedarme sin mirada, siempre lo he tenido y, lo sé, a veces me he comportado como un hipocondríaco en lo que respecta a mis ojos. No lo soy en nada más, pero en cuanto a mi vista… mi vista es lo que siempre ha dado sentido a mis inquietudes vitales.
Efectivamente, soy fotógrafo. Sin mis ojos, mi mundo carecería de sentido. Siempre, desde que tengo recuerdos, he entendido mi entorno como si lo viera a través de las lentes de una cámara. Desde muy niño, mis experiencias con la imagen han pasado, de alguna extraña manera, como si fueran fotogramas congelados de algo que se mueve. Ha prevalecido mi tendencia a encuadrar el mundo con mis ojos para así poder comprender la belleza (también la fealdad) de lo que nos rodea, de lo que hacemos… de lo que somos.
Mis ojos me ocupan y me preocupan y, por eso, al notar esa fugaz perturbación en la nitidez de mi mirada, lo he sentido como algo muy intenso, casi peligroso, aunque haya sido tan breve y pasajero.
Cuando lo he notado por segunda vez, he tomado conciencia de que puede ser algo más que una sensación, de que puede ser el síntoma de algo más grave. No quiero obsesionarme, pero he decidido consultar con el doctor si la interferencia vuelve a repetirse.
Jueves, 18 de junio de 2020
No, no es obsesión, no es hipocondría. Me temo que estoy empezando a descubrir algo muy extraño, algo muy difícil de explicar… y tengo la sensación de que es algo que no solo me afecta a mí.
Las interferencias son cada vez más frecuentes, cada vez más grandes y abarcan un mayor campo visual.
Aún no tengo nada claro y me siento verdaderamente confundido con esto que me está pasando, pero una idea se me está asentando poco a poco y todavía no sé cómo ponerla en palabras… aunque si su explicación se acercara a los sentimientos y los miedos que están creciendo en mí con esa idea, las perspectivas futuras no voy a saber cómo afrontarlas.
Sábado, 20 de junio de 2020
Lo que noto cada vez con mayor relevancia es que esas interferencias aparecen haciendo desaparecer lo que tengo frente a mí. Es complicado explicar qué significa esto. Durante esos instantes en los que las sufro, descubro que algo distinto a lo que está ante mis ojos se me revela ante mi mirada. Es como si, acostumbrado a observar el complejo entramado de la tela de una cortina, esta, de repente, se descorriera durante unos fugaces instantes para mostrarme lo que hay tras de ella, para hacerme ver una realidad diferente oculta y de la que nunca había tenido conciencia.
Lunes, 22 de junio de 2020
Creo que mis experiencias con el mundo están girando ciento ochenta grados y se me está desvelando una realidad muy distinta y ajena a la que yo sentía como mía, muy diferente de la realidad de todos, de la universal.
Ante lo que se me está presentando, he pensado que puedo prescindir de la opinión del doctor Marcos. No creo que se trate de ninguna enfermedad o trastorno. Esto es nuevo y quiero conocerlo. No siento que esté perdiendo la visión, sino que una visión, la de siempre, la que he creído como la que me mostraba la realidad, está siendo sustituida por otra. Otra mirada que aún no soy capaz de definir, pues son muy breves y rápidos esos momentos en los que parece descorrerse esa cortina que me la tapaba.
Viernes, 26 de junio de 2020
Quizás me esté volviendo loco y las alucinaciones de mi demencia estén tomando protagonismo a medida que voy adentrándome en ese estado, en ese mundo nuevo que se me anuncia con las interferencias. Quizás. Pero esto está empezando a fascinarme, a agarrarme con fuerza, a moverme a pensar que no hay una sola realidad, o que yo estaba confundido con mis sentidos, o que se me había ocultado el verdadero mundo, ese que estoy descubriendo poco a poco al salir del espacio sensitivo en el que estaba encerrado.
Sé que todo esto que cuento suena descabellado, pero la verdad —¿la verdad?— es que estoy siendo invadido por algo que está cambiando mi forma de pensar y de percibir el mundo. Ya no importan mis ojos… Bueno, no es así. Sí que me importan, pero las experiencias que estoy recibiendo son tan distintas de las que he sentido siempre, de las que siempre he creído como imágenes del mundo real, que me estoy dejando llevar por esos sentimientos tan novedosos, me estoy deslizando sin miedo y casi con deseo por este nuevo torrente de sensaciones inesperadas.
Seguro que algún psiquiatra me declararía enajenado por algún tipo de trastorno mental que desconozco. No creo que sea eso. Creo que lo que está desvelándose a través de mi mirada es la verdadera realidad que antes permanecía oculta por no sé qué perverso impedimento. Sí, ya sé que un esquizofrénico o un psicótico también se cree sus alucinaciones, también afirma que las siente como reales. Lo que no sé es si esos enfermos son capaces de discernir los distintos momentos que experimentan con la lucidez con que yo lo hago, de hacer un análisis de ambos estados perceptivos.
También es posible que yo crea que soy capaz de diferenciar esos momentos de las distintas realidades que percibo, de la realidad antes tenida como única, como esencial, y de esta otra que descubro con las interferencias. Puede. O no. Pensar en ello es como adentrarse en un círculo vicioso, como caminar por una cinta de Moebius. No voy a llegar a ningún lado con estas especulaciones. Solo quiero seguir experimentando estas nuevas sensaciones que me proporcionan las perturbaciones en mi visión.
Martes, 30 de junio de 2020
La interferencia ha crecido, se hace más grande por momentos.
Esta mañana, antes de salir al periódico para llevar unas fotos, mientras tomaba un café, observaba la calle desde el balcón de mi casa, miraba lo que siempre he tenido frente a mí, el parque, la parada de autobús, los coches aparcados, los otros edificios de ocho plantas…ese paisaje cotidiano lleno de gente y en constante movimiento. En ese momento, una serie de líneas parpadeantes han aparecido en mi visión, muy leves al principio, pero han ido densificándose en pocos instantes hasta unirse y ocupar un gran fragmento de mi mirada. Como cuando una mancha de aceite se va haciendo grande al empapar una tela.
Al unirse las líneas, ha ido conformándose la imagen, muy borrosa y nada concreta, de algo que no he conseguido identificar. Sé que conozco eso que estoy empezando a ver, pero no puedo definir sus contornos.
Me siento como si despertase de un sueño profundo, intenso y perturbador y, a medias entre el sueño y la vigilia, no lograse enfocar mi mirada en el mundo despierto, como si mi mente y sus percepciones estuviesen aún atrapadas en lo más vívido de la pesadilla y el mundo real no tuviera foco para mí. ¿Pero cuál de los dos mundos que percibo es el mundo real?
Jueves, 2 de julio de 2020
Estoy empezando a asustarme. El entusiasmo con el que comencé a experimentar estas perturbaciones visuales está dando paso a un temor acerca de lo que me está pasando. Las imágenes, que cada vez con mayor frecuencia y más intensidad están revelándose ante mis ojos, son siempre uniformes, no se mueven, son prácticamente estáticas. Sus perfiles son cada vez más brillantes y definidos y me están recordando vagamente a una pantalla de televisión que se presenta enfrente de mí, pegada a una pared y sin nada más que pueda concretar.
Sí, eso es lo que creo que se me aparece entre esa nieve que me borra el mundo antes pensado como real. ¿Un televisor? ¿Qué sentido tiene eso? Si eso es lo que me desvela la alucinación, no es muy emocionante, la verdad. Confieso que no entiendo el porqué de esa imagen. Si mi mente se está volviendo loca y comienza a distorsionar la realidad no puedo comprender por qué solo se me aparece un aparato de televisión en mis visiones alteradas…
Martes, 7 de julio de 2020
Temo que lo que estoy empezando a suponer sea mucho más banal que la idea romántica de descubrir un nuevo mundo que se me había mantenido oculto. La imagen de la pantalla de televisión es más definida con cada interferencia. Y otras percepciones están sumándose al televisor: yo mismo frente a él, que cada vez identifico más con un ordenador, un cuarto alrededor… como si estuviese mirando la pantalla en espera de algo.
No noto que pase nada. No siento estar haciendo nada con ella ni que de ella surja nada que me esté afectando de alguna manera.
Miércoles, 8 de julio de 2020
Game over.
Es lo que ha aparecido en la pantalla. Y todo mi alrededor se ha desvelado por fin. Es la habitación de mi casa, mi cuarto, y estoy ante mi ordenador jugando con una de esas experiencias virtuales que venden como asombrosas.
Lo que estaba viviendo antes de que acabara la partida era fruto del juego. Nunca he sido fotógrafo ni conozco a ninguna Diana, ni tengo un doctor llamado Marcos o un amigo con glaucoma que se llame Matías. Todo ha surgido del ordenador, de la realidad virtual creada por el juego junto a los auriculares y las gafas 3D.
Tengo que asearme y arreglarme un poco. Estoy demacrado, sucio y hasta me he meado encima… ¡Uf! No tengo ni idea de cuánto tiempo llevo jugando, si es que jugar puede llamarse a lo que me ha sucedido.
Domingo, 12 de julio de 2020
Voy a pasarme por el centro comercial a buscar nuevos juegos virtuales.
¿Qué novedades habrá?