Ida Craddock, ocultista, feminista e instructora sexual

Casa de citas

Confieso que no sabía nada de Ida Craddock (1857-1902) hasta que di con el libro de Grace Morales Mágicas. Brujas, magas y sacerdotisas del amor[1], un compendio de biografías y textos de señoras del XIX y primera mitad del XX atraídas por el ocultismo y la brujería, actividades que, según la compiladora, caminan de la mano de la reivindicación feminista. «El nacimiento y desarrollo del feminismo —apunta Morales en el prólogo— fue en paralelo al crecimiento de las brujas urbanas. Una cosa no se entiende sin la otra. Los mensajes de emancipación, sororidad, derechos individuales y colectivos se pueden aplicar tanto a las feministas como a las brujas, y a la aparición de diversas corrientes en los dos ámbitos». Por las páginas de esta antología desfilan teósofas, brujas, artistas del pincel y de la pluma, neopaganas, luciferinas o simplemente mujeres bohemias interesadas en lo esotérico que, además, reafirman su poderío a través de hermandades, aquelarres, círculos y sociedades secretas, como el colectivo W.I.T.C.H., prototipo del activismo feminista, subversivo y brujeril, de los años setenta en Nueva York.

La propia Ida Craddock fue una luchadora por los derechos de la mujer y una defensora de la libertad de expresión, particularmente en el territorio de las relaciones sexuales, lo cual la llevó a juicio, a presidio, al manicomio y, finalmente, al suicidio, cortándose las venas a los cuarenta y cinco años de edad. En el libro de Morales se incluye la carta que Ida Craddock escribiera a su público el día de su muerte, el 16 de octubre de 1902, desde su habitación en Nueva York: «Me quito la vida —escribe— porque un juez, instigado por Anthony Comstock, me ha declarado culpable de un crimen que no he cometido: distribuir literatura obscena, y ha anunciado su intención de enviarme a prisión durante una larga temporada».

En efecto, Anthony Comstock (1884-1915), representante de la Sociedad Neoyorquina para la Supresión del Vicio, persiguió legalmente a Ida Craddock durante años hasta conseguir que fuese acusada de un grave delito federal: enviar material prohibido a través del correo. Se le ofreció entonces la posibilidad de admitir su culpabilidad, eludir la cárcel y aceptar el encierro en un manicomio, pero Ida se negó alegando ser inocente de los cargos que se le imputaban, es decir, en su opinión el material que vendía por correo no podía ser calificado de obsceno. ¿De qué material se trataba? Obviamente de algunos folletos de divulgación sexual donde la autora hacía hincapié en el autocontrol y el respeto a los deseos de la pareja, asuntos que el puritanismo extremo de Anthony Comstock consideraba inmorales.   

Ida Craddock era adepta al ocultismo y las elucubraciones teosóficas de Madame Blavatsky desde que cumplió los treinta años. Sin embargo, como librepensadora, que también lo era, trató de “actualizar” los contenidos tradicionales de la Doctrina Secreta, centrándose en cuestiones relacionadas con el erotismo, la psicología y la experiencia religiosa. Era soltera, pero descubrió y practicó una forma de amor esotérico con una entidad angélica, a la que llamó Soph, y decidió hacerlo público para ilustrar la vida sexual de sus conciudadanos. En Filadelfia, Chicago, Denver, Nueva York, Washington… daba conferencias sobre sexualidad y asesoraba a quienes acudían a escucharla. Abrió incluso una pequeña oficina en Chicago para atender consultas presenciales y responder a las preguntas que se le formulaban por carta.

Al comienzo de su folleto Novios celestiales[2] confiesa:

«He tenido el gran privilegio de tener experiencia práctica como esposa terrenal de un ángel del mundo invisible. En aras de la investigación psíquica, he intentado explorar esta vía de comunicación con el universo espiritual y, en la medida de mis posibilidades, elaborar una especie de guía aproximada de la ruta. Pues no todas las esposas de los novios celestiales recorren el mismo camino al principio. Hay caminos que conducen a este desde todas las religiones y folclores del mundo, ya que el camino de las relaciones matrimoniales en la Tierra Fronteriza fue, y sigue siendo, como espero demostrar, una de las principales vías que conectan nuestro mundo con el más allá. (…) Parte de esta vía atraviesa la Iglesia cristiana, o, para ser más precisos, los cimientos de la Iglesia se asientan sobre este mismo principio. Pues se dice que Jesús mismo es hijo de la unión entre una mujer terrenal y un esposo celestial que (por muy divino que fuera y cualesquiera que fueran los detalles de la relación) ciertamente parece haberse manifestado a María en el plano oculto».

Convencida de que, como puede leerse en el Génesis (6:2), «Vieron los Hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, y tomaron para sí mujeres de entre todas las que les gustaron», Ida Craddok no evitó la relación marital con el «ángel» Soph, algo similar a lo que le había ocurrido al ocultista Alesteir Crowley con Aiwass, la voz que supuestamente le dictara El libro de la ley. Se comentaba entonces que las sesiones amorosas de Ida y Soph eran tan “atronadoras” que los vecinos quisieron expulsarla del edificio. Incluso su propia madre, escandalizada, trató de internarla en un manicomio sin éxito, pues, a ojos de la justicia, Ida Craddock parecía normal.

Tras algunos años de estudio y dedicación al misterio, nuestra feminista e instructora sexual se autoproclamó Pastora y Pastor de la Iglesia del Yoga, donde recomendaba la práctica del erotismo religioso. Por aquellos años escribió varios tratados sobre el amor físico, incluyendo ejercicios y secretos de magia roja, que es la magia del amor. Esos tratados eran de venta clandestina, ya que ninguna librería estaba dispuesta a comercializarlos por creerlos obscenos. Algunos de aquellos libros fueron Novios celestiales (Heavenly Bridegrooms), Matrimonio psíquico, Goces espirituales, Carta a una futura novia, y La noche de bodas (The Wedding Night), entre otros. Su peor pecado quizá fue despertar en las mujeres su derecho al placer dentro o fuera del matrimonio, algo realmente imperdonable para el espíritu conservador de la época.

En su carta de despedida, Ida Craddock recuerda a sus seguidores que solo uno de sus libros (The Wedding Night) está prohibido por la ley. Sin embargo, Right Marital Living, su última obra —dice— contiene lo esencial de sus enseñanzas y aún no ha sido juzgado. Así que solicita que, antes de que el señor Comstock lo lleve a los tribunales, el libro sea difundido: «Right Marital Living plantea un Evangelio del matrimonio que no predica ningún otro profesor en América. Sus enseñanzas harán que sus vidas conyugales sean más sanas, felices y sagradas. ¿Expresarán públicamente su demanda por este pequeño libro Right Marital Living y lo protegerán de Anthony Comstock?»

No es necesario añadir que esta cruzada contra el vicio y la obscenidad fue ganada por Anthony Comstock, a través de la llamada Ley Comstock que aprobó el Congreso en 1873. Él fue uno de los responsables de la ola de puritanismo que invadió el país a finales del XIX y principios del XX. Miles de libros y panfletos fueron destruidos, decenas de autores fueron encarcelados y muchas editoriales se vieron obligadas a cerrar. Por lo que se refiere a los escritos de Ida Craddock, salvo las excepciones mencionadas, continúan inéditos.


[1] Grace Morales: Mágicas. Brujas, magas y sacerdotisas del amor. La Felguera. Barcelona 2022.

[2] Ida Craddock: “Heavenly Bridegrooms”, in Sexual Outlaw, Erotic, Mystic. The Essential Ida Craddock. Weiser Books, 2010.