We have observed that a species of greatness
arises from the artificial infinite
Edmund Burke
una vez hubo un lago
en el que se adentró caminando
sin intención de desaparecer
sumergido en las profundidades embarradas,
los cabellos volando hacia la superficie
como hilos de fuego azul en busca del cielo,
exploraba las rocas, exploraba la arena, exploraba la tarde
un rayo de luz como una lanza o una promesa
se adentró cortando el agua,
introduciendo en el manto oscuro y ondulante
formas, reflejos, líneas, focos, puntos,
un relámpago dibujando oro,
un abanico de luces desatado
en direcciones inexistentes todavía,
la inconcreción expansiva del desconcierto
concentrada delante de su ser
sacando la cabeza por encima de la superficie,
un calor sin límite y sin sentido
le habló de lo divino,
que es el nombre que se le ha puesto
al horizonte de posibilidad y misterio
donde la percepción deja de acotarse
salió con paso lento,
goteando y casi seco,
intuyendo que
casi nada lo rodeaba
y mucho emergía
intuyendo que
ir hacia fuera es entrar,
que lo incomprensible es la suma
de todo lo que constituye,
como encontrarse los latidos
en el parpadeo de los cuerpos del firmamento
como recibir una tormenta de vacío
y comprender la consciencia
hacia el exterior es hacia dentro