Grietas

El martillo pneumático


Las construcciones envejecen, al cabo de los siglos o quizás antes, aparecen grietas en las estructuras más sólidas.

Entre los sillares o en las paredes de ladrillo se aprecian unas patologías más malignas que las propias de los materiales y de la construcción. Son las materias simbólicas, las vanidades del constructor (o del arquitecto), la sacralidad de lo construido, los deseos insatisfechos de perdurar, el maldito empeño de levantar un templo “más perenne que el bronce, más alto que las pirámides de Egipto”.

Se levantan mausoleos al amor de mis amores; se construyen puentes para unir discordias; se edifican castillos de piedra berroqueña donde la dama del cilicio, confinada, llora desconsoladamente; se construyen edificios de aluminio y cristal más altos que la Torre de Babel donde se habla de dinero en distintas lenguas y nadie se entiende.

¡Cuánto empeño constructivo!

Todo templo antiguo es obra del error: este error se acredita con el tiempo, al fin se vuelve sagrado, y se construyen templos a unas quimeras.

¡Cuánta razón tenía Voltaire!