–———————————–Padre e hija (¿?) en la película Family Romance LLC (2019), de Werner Herzog.
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Ishii (Ishii Yuichi) tiene el aspecto del típico hombre de negocios japonés de unos cuarenta años. Espera apoyado en un muro, contemplando cómo la gente va de aquí para allá, intentando dar con una cara entre los rostros de los viandantes. Una niña tímida, de unos doce años, que viste un abrigo negro con capucha de orejas de gato lo observa. Pasa una y otra vez delante de él. Le hace fotos con el móvil. Hasta que Ishii se aproxima a ella. «¿Mahiro? ¿Eres Mahiro? Hola, soy tu padre». Mientras Mahiro (Mahiro Tanimoto) e Ishii pasean entre los cerezos del parque Yoyogi, padre e hija se ponen al día después de no haberse visto en casi una década. Se hacen fotos, contemplan el «sakura», los cerezos en flor, comparten confidencias y la cámara los sigue de cerca. En la siguiente secuencia, Ischii se entrevista con la madre de Mahiro, de la que supuestamente se divorció y con la que apenas tiene relación. Se tratan de usted, como dos desconocidos, y comienzan a hablar de dinero, contratos, recibos de comida y gastos adicionales. El film nos desvela entonces que Ishii es en realidad el fundador de una empresa de alquiler de familiares o sustitutos de personas, Family Romance LLC, una “Human rental shop”, y que ha sido contratado por la madre de la niña para que haga de padre ficticio. No sabemos si la niña sabe que es un papel, si acepta el juego y a su vez “hace de hija”, o no sabe nada y cree que Ishii es su padre auténtico. De creérselo no será nada fácil en algún momento decirle la verdad. No sabemos si estamos viendo un documental, un film de ficción, o una representación dentro de otra, como en las cajas chinas. Algunos intentan despejar esta incertidumbre diciendo que es “una película de ficción con fuerte raigambre documental”.
Se trata del film Family Romance LLC (2019) de Werner Herzog, que mantiene como título el mismo nombre que la empresa, a su vez tomado del ensayo de Freud The Neurotic’s Family Romance (“La novela familiar de los neuróticos”). Muestra este y otros encargos que lleva a cabo el propio Ishii o algún colaborador suyo, a la vez que es un documento sobre el Japón actual, sobre sus usos y costumbres. La idea de este negocio se le ocurrió hace una década cuando decidió acompañar a una amiga, madre soltera, y hacerse pasar por su esposo durante una entrevista de admisión para una guardería privada de Tokio, donde no aceptaban a niños de familias monoparentales. Ishii se interpreta a sí mismo como gerente y también interpreta a personajes en situaciones sorprendentes y singulares para una mirada occidental: un trabajador ferroviario amonestado porque ha dejado salir un tren 30 segundos antes de la hora prevista; el caso de una mujer a la que la única cosa buena que le ha ocurrido en su vida es que le haya tocado la lotería y quiere revivir la emoción y la alegría de ese momento; una joven a punto de casarse que necesita que alguien la lleve del brazo al altar, en sustitución de su padre, que se suele emborrachar, y los familiares no quieren que acuda a la boda; en este caso un colaborador se encarga de sustituir al padre; una empresa que ofrece al cliente la experiencia de tumbarse en el ataúd como si estuviera muerto. Algo similar a esto último encontramos en la novela La vida feliz de David Foenkinos con un episodio ambientado en la tienda Happy Life de Corea del Sur, que ofrece a sus clientes un funeral falso, un ritual que actúa como una terapia de renacimiento para gente desesperada que se mete en sus ataúdes con la esperanza de encontrarle sentido a la vida.
No es la primera vez que vemos esto en el cine, pero no en films de base documental, sino en los de mera ficción. Así en Familia (1996) de Fernando León de Aranoa un hombre maduro, acomodado, que vive solo, contrata a un grupo de actores para que simulen ser su familia durante el día de su cumpleaños. La farsa, que se desvela ya a los diez minutos, es un buen punto de partida para analizar con un guion excelente, en clave de comedia negra, la soledad y la institución familiar. Y en Alps (2011), de Yorgos Lanthimos, una enfermera, un conductor de ambulancia, una gimnasta y su entrenador fundan Alps, una empresa especializada en hacerse pasar por personas fallecidas, contratada por los familiares, amigos o compañeros del difunto para reemplazar al muerto en su vida diaria. Otra cosa es la vida entera como representación, telerrealidad, hiperrealidad o cotidianidad simulada, en el corto español Te lo mereces (1996) de Felipe Jiménez Luna y en el film El show de Truman (1998) de Peter Weir, en ambos casos sin que el protagonista tenga conocimiento de que toda su vida ha sido una ficción que se desarrolla en un plató de televisión, diseñada y controlada por un demiurgo.
En 2018, The New York Times publicó un reportaje sobre el alquiler de familias en Japón que nos da significativos datos sobre estos nuevos servicios que se han puesto de moda. La empresa de Ishii cuenta en la actualidad con 2.200 trabajadores. Las bodas son los eventos más rentables para las compañías de alquiler de personas pues en la sociedad japonesa lo más importante es mantener las apariencias y algunos clientes llegan a simular bodas enteras. Además, el número de invitados es signo de estatus por lo que se contratan a muchos falsos invitados. Los que están en paro y se casan no tienen más remedio que contratar a personas que se hagan pasar por compañeros de trabajo y jefes. Muchas personas solitarias alquilan una familia para disfrutar de un ambiente familiar, aunque sea ficticio, como en el film de León de Aranoa. Hay ancianos que a causa de la nostalgia que sienten cuando sus nietos ya han crecido alquilan niños pequeños que se hagan pasar por nietos. También se puede explorar qué se siente al ser famoso contratando actores que asistan al evento publicitario y grabarlo, y hacerse selfies, como se ve en el film de Herzog.
Actualmente Ishii mantiene cerca de 69 las falsas relaciones entre amigos, nietos, novios, etc. Entre 2009 y 2018 hizo el papel de esposo de 100 mujeres. Cuando interpreta a un novio falso en una boda falsa, paradójicamente se mete tanto en el papel que siente que se está casando de verdad y muchas de esas mujeres, entre el 30 y el 40%, después le proponen matrimonio. El lema de la empresa es ofrecer “relaciones mejores que las reales” y “la alegría por encima de lo real”, pero como dice Ishii en un momento del film “todo es posible gracias a Family Romance menos amar y ser amado”. A los actores no se les permite tener ningún contacto físico con los clientes, más allá de cogerse de la mano.
En un momento dado el actor debe tomar la difícil decisión de desaparecer de la vida de un cliente, más aún cuando la relación se vuelve intensa y afectiva. Entonces el acuerdo comercial entra en crisis. En el filme la madre de la niña le propone vivir juntos, compartir la vida, y él entonces da por finalizado el contrato. Algunas personas le siguen cuando se va, lo que no deja de ser un problema.
El propio Ishii ha llegado a cuestionar su realidad. Los roles de la ficción pueden acabar por invadir o modificar su vida afectiva real y hacerle dudar sobre sus relaciones con su familia, como se muestra en la escena final del film, inventada por Herzog. Como la escena en la que Ishii visita un hotel en el que unos robots son los recepcionistas y hay un acuario donde nadan unos curiosos peces mecánicos luminosos, no tan grandes como el tiburón-ballena biónico del acuario de Shenzhen en China. Contemplando todo esto, cada vez se cuestiona más quién es él mismo en realidad.
La desmembración de las estructuras familiares y la dificultad para encontrar pareja o familiares, al mismo tiempo que se mantiene un ideario tradicional, es el entorno perfecto para la proliferación de este tipo de servicios. Herzog mira esos desajustes entre tradición y modernidad con ironía, sin emitir un juicio. El filme Family Romance, LCC no agota las posibilidades de las diferentes historias que se entrecruzan y según algún comentarista, quizás la voz documental y contar con más personajes reales hubiese ayudado a desarrollarlas, e introducir otras como la de los que contratan una novia solo para los fines de semana o para ir al karaoke. Pero era difícil realizar un verdadero documental pues muchos de los clientes de este tipo de servicios se avergüenzan de serlo y no quieren aparecer en un film. Y, además, a Herzog le interesa explorar los límites entre realidad y ficción y que nos planteemos algunas preguntas “casi existenciales” tras mostrar cómo los seres humanos necesitamos la representación, el engaño, la simulación, la construcción de realidades falsas para suplir afectos y carencias que de otra manera no existirían y cómo este juego altera las pautas de comportamiento y las relaciones humanas.
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