1) Dirigir bien el timón y disponer los remos de la poesía.
2) Airear el sustrato que forman las hojas podridas.
3) Dejar que sobre el estrato duro de la poesía se apoyen los cimientos del arte.
4) Disponer el verso según el sentido de cada cosa.
5) Dejar que la poesía allane el camino, que aligere el equipaje y el paso de los días.
6) Dejar que la poesía marque el ritmo y el momento humano, que nos indique el tono de la civilidad.
7) Desatender los cantos melifluos de las sirenas.
8) Atravesar con la poesía el estrecho fatídico entre Escila y Caribdis. Con la poesía llegaremos a Ítaca, pasados arrecifes y escollos.
Nada de esto es romántico, no se atemoriza ni se aoja con la oscuridad de la noche.