Estabulado que vienes al mundo en el país del trastorno, guárdete Grok.
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Yo no creo que este libro, entre la autobiografía y un tratado sobre el esclavismo contemporáneo, sea “muy malo”, como señala en algún lugar su autor. A mí me ha hecho pasar un buen rato y sonreír, eso sí con tristeza, en varias ocasiones. Es un libro que explora, desde la escisión, como lo haría un travestí destructor de la ley de dios en el laberinto nocturno suburbano, una realidad asombrosa en la que estamos desafortunadamente insertos todos los que habitamos este país. Que no por anómala y cotidiana a la vez deja de ser esperpéntica y letal.
Es un libro “metaliterario y autojustificativo”, que explicando su génesis y evolución porta su propia exégesis. Te estoy robando las palabras, Sergi… Nace como una propuesta de un volumen de relatos, realizada a los editores en 2016, acto imprudente donde los haya, pero natural diría yo, incluso, que inocente… acto que da pie para una experiencia singular, de ahí el título. Experiencia cuya narración minuciosa, entreverada con los trabajos y días del autor, que ha de comer también y por ello trabajar, dará origen a ese “ente fijador y plasmador de una manera de ver” que es la novela. Esta novela: La experiencia (Editorial Pez de Plata. Oviedo, 2022)
Silvia y Sergi, comedia y farsa, farsa y comedia, comparten vidas límite en el extrarradio barcelonés en un mundo que, como el mío y el tuyo, lector amigo, explota a cámara lenta… Un mundo donde la belleza convulsa, predicada por los surrealistas, se ha convertido en experiencia convulsiva en electrochoque permanente. Sergi inicia un trabajo, como profesor, en un centro de formación ocupacional para parados que se alimenta de fondos europeos. En él toma contacto con cetáceos hostiles como Carlos y diversas figuras femeninas que magnifican su impotencia, como un coro ancestral, y no se manifiestan como salvíficas. En sus ratos libres, escasos por decir algo, busca contactar con las editoriales para colocar sus relatos recurriendo al expediente de hacerse pasar por una joven llamada Silvia. Silvia Marinosa.
La experiencia es un libro marciano, escrito casi con el subconsciente, a partir de correos electrónicos rescatados de su buzón y de audios grabados con su móvil. No ceso de saquear, perdona. A la vez: crónica íntima y autobiografía inclasificable que sin duda percutirá, como colapso singular de la función de onda, en la irrealidad flagrante sobre la que nos deslizamos, S.L. mediante, a través de nuestra mente colmena. Sin el país del trastorno en que ha ido deviniendo España, donde todo funciona con mentiras, este libro no habría sido posible. No es fácil fluir, deslizarse suavemente por la experiencia, cuando se mira cara cara a las cosas. Este libro donde hay mucha neuroplasticidad y rizoma, va de eso. En él se combinan la crisis del libro y los picarescos recursos a los que hay que recurrir para publicar, incluso la impostación de género, con la degeneración monstruosa de corte económico, cultural y social en la que nos deshabitamos desde hace décadas. Es como vivir en una maqueta. Y es que la ausencia de imaginación, o su más abyecta distorsión, es una de las razones del crecimiento de la presencia continuada de fealdad y vileza que afecta a nuestro país. Por lo demás “muy eulopeo”.
En cierta manera este libro ilustra la tesis de Bernardo Kastrup, expuesta en Pensar la ciencia (Atalanta, 2023), donde respondiendo a la pregunta: ¿puede el trastorno de personalidad múltiple explicar la vida, el universo y todas las cosas? concluye que la enfermedad ahora conocida como “trastorno de identidad disociativo” podría llegar a comprender la naturaleza fundamental de la realidad. Que el diablo nos coja confesados…
Sergi Puertas nació en 1971 en Barcelona, es novelista, poeta, músico, guionista de novela gráfica y autor del libro de relatos Estabulario (2017, Impedimenta). Fue redactor jefe de la mítica revista El Víbora (1979-2005) durante sus últimos años de andadura, y escribió también para El butano popular y La charca literaria.
Agradecimiento inexcusable para Francesc Badrines, que me dio a conocer y recomendó el libro, sin él no lo podría haber leído. Sólo añadir una cosa más: yo sí quiero que el sol se apague.