Camino por las calles más oscuras del Raval
intentando silenciar mis demonios.
Arriba,
la luna es como una uña que un pequeño dios dejara escapar
mientras las antenas y tejados se siluetean
en el cielo de la temprana noche.
Sé que mi expresión es dura,
lo sé.
Y que mis pasos van un poco más rápido de lo que deberían.
Supongo que todos tenemos un infierno
y a cada uno le quema el suyo,
pero no me gusta nada esta sensación en el pecho.
.
Quiero creer que son mis pasos los que eligen el camino,
pero qué saben ellos de abandono,
de locura.
Las miradas de la gente son como paredes de cristal
que rebotan mi indiferencia.
No me gusta nada esta sensación
de amenaza
en mi pecho.
.
Llego a casa, aún caminando
y el ruido de esta estúpida ciudad invade la ventana.
Intento dormir,
sabiendo que no sabré.
No me gustan nada
estas voces
que discuten en mi pecho.
Mañana
he de amanecer bien
y algo me dice que
esta vez no voy a conseguirlo.