Dice Rafael Argullol
que en lo monstruoso cristalizan nuestros miedos,
pero a la vez es la insinuación de un espacio de libertad
es el bárbaro del norte
que hace temblar al senador romano
y a la vez despierta la lujuria
de la esposa del senador
o de su mancebo
es la bruja que arde en una hoguera
por practicar un arte prohibido,
que en realidad es la mujer sabia
que remedia y sana,
escondida del biempensante
en su paraíso del bosque
es el hueco y la sombra en el armario
que no deja dormir al niño
y a la vez los tentáculos que arrastran
a un universo infinito por el que vagar
por lo mágico, por lo oculto
el monstruo es lo otro, lo incomprensible,
el enemigo más peligroso
porque es informe y puede ser cualquiera
y tu mejor aliado
cuando cierras los ojos
y quieres saltar al otro lado
es el golem sin mente, mera materia,
que se pasea por las calles de la vieja Europa,
es el alma espectral, es el hombre artificial,
es el miedo en la masa, el miedo a la masa
y a la vez el barro esencial
con el que construir el relato
de lo puro, de lo bello, de lo inmediato
el monstruo es el pavor fascinante
es el límite redefinido
es lo externo a lo palpable, es lo indecible
es lo etéreo que asusta y permite
es lo que no contemplan los sentidos
nido de miedos y de mitos.