Dice que está harto de todo y de todos. No quiere nada, no quiere ver a nadie. Lo dice otra vez: está harto de todo, de todos, no quiere nada, no le gusta nada, no quiere más palabras. Está harto de todo, insiste, aunque no ha tenido nunca nada, declara. Pero, aun así, está harto de todo y no quiere nada.
Como no responde a las preguntas que le formulan, se lo llevan al calabozo, y mañana al sanatorio, donde le volverán a preguntar por qué no se presentó ante las autoridades de la vida y desertó, en lugar de competir con sus semejantes, el muy cobarde, que un día será enterrado fuera del camposanto, en tierra de herejes y fracasados.