El anti-suicidio de don João de Deus Ramos

El martillo pneumático

En los países donde abundan las nieblas y el frío hay más casos de suicidio que en los países de climas meridionales. Esto ha sido tradicionalmente así, aunque influyen otros factores como por ejemplo la sensiblería exagerada, las crisis económicas y la poesía romántica. 

Allí donde el clima es nebuloso, la gente suele suicidarse tras un arrebatamiento romántico. No quiero pensar que sea un furor provocado por alguna reflexión filosófica. En cambio, en las tierras que miran a poniente, se suicidan casi siempre por tristeza sin reflexiones filosóficas de por medio. 

Diríamos pues que los románticos nórdicos o germanos se suicidan después de mucho pensar y que los portugueses no saben por qué se suicidan.

Los que piensan mucho acceden al suicidio de una forma irrefrenable, en cambio, los que acceden al suicidio sin saber por qué, pueden tener un momento de lucidez y no caer en la fatalidad.

Me viene a la mente el caso de don João de Deus Ramos, este poeta portugués romántico dado a la bohemia, cuando era estudiante, en un momento de furor oscuro decidió suicidarse, pero enseguida puso el freno.

João de Deus Ramos se encaramó al acueducto de Coímbra, donde había una estatua barroca de San Sebastián con el corazón atravesado por las flechas y con el semblante transido de dolor. El poeta, en un momento de lucidez suprema, arrancó las flechas que el santo tenía clavadas, las rompió en mil pedazos y las pisoteó y dejó al pie de la escultura una nota que decía: Basta de tanto sofrer!

Don João de Deus Ramos desistió, no se suicidó y después se dedicó a la pedagogía.

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