En agosto de 1992 la Biblioteca de Sarajevo fue bombardeada para quemar sus libros y, con ello, destruir y borrar el pasado y también el presente de una cultura. Aún recuerdo haber visto por televisión el fuego, las cenizas y la destrucción de la biblioteca más importante de esa ciudad. Guardaba 1500 incunables, de los cuales se perdieron unos 700 entre las llamas. El personal de la biblioteca intentó salvar parte de la documentación, durante el incendio, mientras era tiroteado por francotiradores. Se quemaron más de siete millones de fichas, archivos, libros, mobiliario histórico, la infraestructura de la construcción se desplomó y murió una persona. Después del conflicto balcánico, tras la barbarie cometida en la biblioteca, algunos artistas interpretaron obras musicales entre los muros devastados como señal de protesta contra las guerras y el odio étnico.
La persona que dio la orden de incendiar la biblioteca fue Nikola Koljević, lector habitual de la biblioteca, crítico de poesía y ensayista, profesor de letras de la Universidad. El alumnado lo consideraba un buen profesor, era una persona culta que recitaba en inglés tramos de las obras de Shakespeare, de quien era especialista, y hacía leer los clásicos de la literatura. El pirómano de los libros llegó a convertirse en el segundo de las milicias serbias después de Radovan Karadžić, el psiquiatra que también leía poesía y ordenaba masacres humanas.
Nikola Koljević probablemente había leído en demasía las tragedias de Shakespeare, sobre todo los dramas. A algunos personajes shakesperianos, como a Macbeth, los decapitaron; a otros, como a Julio César, los apuñalaron; Koljević acabó alcohólico y se suicidó después de la guerra volándose los shakesperianos sesos. Lo que en realidad acabó con su vida fueron los dañinos efectos psicológicos de la ambición.
Uno de los alumnos de Nikola Koljević fue el escritor bosnio Aleksandar Hemon quien, al ver en los telediarios al ex profesor detrás de Karadžić y saber que causó la destrucción de la biblioteca, escribió un texto lamentándose de no haber sabido intuir, como alumno, las inclinaciones genocidas del profesor y de no haberse dado cuenta del vasto crimen que iba a cometer ese individuo. El joven alumno Hemon desconocía que hay infames en todas partes, incluso en los centros del conocimiento.
En 2014 la Biblioteca Nacional y Universitaria de Bosnia y Herzegovina, en Sarajevo, fue restaurada con fondos de la Unión Europea y con aportaciones económicas del emirato de Qatar. Para conmemorar la reconstrucción, cada 24 de octubre, desde 1997, se celebra el Día de las Bibliotecas.