Cavar la zanja

Sin timón y en el delirio


habías llegado a mi vida

por sorpresa, por casualidad, por correo

y te fuiste por ira, por convicción,

por un principio inviolable,

por una premisa que nada sabía

de expectativas

cavar la zanja, trazar la fosa,

delimitar la frontera unidireccional,

crear un hoyo en el que enterrar la posibilidad

el cartero murió en el parto,

el rey hizo apuñalar el mensaje

y atemorizó mortalmente al mensajero

era lunes cuando dinamitaste

la semana de las semanas

la escena estaba dispuesta:

lunes, martes, miércoles,

72 horas de agujero

72 agujeros de horas

y donde había cercanía en los kilómetros,

solo quedó pura distancia sin ritmo

un hospital se incendió

una cocina quedó seca

un huerto enlodado

una sala de baile petrificada

un abanico atascado a medio abrirse

todos los salones fundidos de bombillas

todos los paseos, mancos de pies

no lo sabe nadie,

pero en aquel momento

te hubiera dado la llave única

que abre todas las puertas

de mi cuerpo y más allá,

te habría recibido con los ojos

más abiertos que existen

me hubiera lanzado sin pensar

hacia el mayor de mis temores

si no hubiera sido

por tu fin del mundo

por tu incisión en el globo

por tu barranco voluntario

y ahora no me da miedo decirte

que mi mundo ya no te necesita

que acabaste con el cuento antes de empezar

y acaso le hiciste un favor al tiempo

que las cartas echadas sobre la mesa

se retiran como caracoles de cartulina

y que lo bello, lo único, lo entero

ya fue

y gracias por no


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