La Charca Literaria

Llevo una temporada obsesionado por el tema del tiempo, tan efímero y voluble

Pero aquella afición se fue desinflando. Se hacía necesario cambiar de hobby.

Mala afición esa de matar al prójimo. Y, sobre todo, muy cansada. Hay otras menos drásticas.

No tenía miramientos ni escrúpulos. Le importaban un comino los problemas de los demás.

Una máquina —como una ordeñadora de vacas, pero en fino— le extrajo semen en tres ocasiones a lo largo de la mañana.

Haciendo acopio de valor y temeroso, aunque satisfecho, por el “trabajo” realizado, Aurelio se levantó del asiento y caminó hacia la pizarra.

El ruido siempre comienza a la hora de dormir, justo cuando las persianas de los ojos han decidido echar el cierre, como cada noche.

Armando comprendió entonces que formaba parte del universo. Un universo en equilibrio.

De repente, a su espalda, un crujir de ramas, seguido del ruido de pisadas en la hojarasca, le avisó de que algo o alguien vigilaba sus inocentes pasos.