La hora

Cartas al director

Sr. Director de La Charca Literaria:

 

Teniendo en cuenta la avanzada edad que gastamos una buena parte de los colaboradores y seguidores de su revista, permítame que comparta con todos ellos mi reflexión, que tiene forma de carta/poema y nos recuerda que el tiempo es inexorable y no pasa en balde. Ahí va:

Cuando en la oscura soledad
de la infinita y fría madrugada,
creas que sueltas amarras,
pero tú sigues siendo consciente
de tu pulso seriamente agitado,
que un irrefrenable balanceo
agita tus manos y, sobre todo,
imprime a tu corazón un ritmo acelerado,
si eres consciente de tales síntomas,
no temas. No es la hora,
sino un inoportuno sobresalto
que emula al temido futuro
que todavía no es presente.

Incorpórate suavemente,
siéntate al borde de la cama
durante un par de minutos,
hasta alcanzar la estabilidad requerida.
Cálzate, abrígate, y asómate al balcón
para seguir viendo desfilar la vida
con toda la plenitud de sus emociones.
No es tu hora. Tampoco son síntomas,
sino una agitada y traviesa pesadilla
que se asoma al borde del barranco
como un ensayo que todavía no es estreno.

Un cordial saludo,

Francisco Espada Villarrubia.