Caballo Salvaje, hijo primogénito del jefe sioux Caballo Sabio, se arrodilló ante el camino de hierro que partía en dos la Gran Pradera. Caballo Sabio ya no está, pero sí sus palabras. Las repite una y otra vez Serpiente de Cascabel Alada que Mira desde el Cielo. No te fíes, dice, del sarcófago de hierro que vomita humo negro. Caballo Salvaje puso la oreja sobre el raíl. Cuando después de unos minutos se incorporó, grandes lágrimas corrían por sus mejillas: los bisontes habían dejado de trotar.
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Imagen del autor, generada con chatGPT siguiendo indicaciones pertinentes.
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