En la introducción a su Curso de literatura europea[1], Vladimir Nabokov sostiene que hay buenos y malos escritores y, también, buenos y malos lectores. El buen escritor sabe cómo combinar magia, narración y pedagogía para sorprendernos y encantarnos; sabe cómo contar una buena historia e ilustrarnos sobre aspectos de la vida que ignoramos. Así sucede por ejemplo con las novelas de Dickens, Flaubert, Stevenson, Kafka o Joyce. A ellas acudimos buscando entretenimiento, participación emocional e ideales de vida. El buen escritor, dice Nabokov, es a la vez un maestro, un moralista y un profeta. Sus novelas contienen información, puntos de vista radicales y, con frecuencia, propuestas de carácter moral.
Por su parte, el lector inteligente «lee el libro genial no tanto con el corazón, no tanto con el cerebro, sino más bien con la espina dorsal. Es ahí donde tiene lugar el estremecimiento revelador, aun cuando al leer debamos mantenernos un poco distantes, un poco despegados. Entonces observamos, con un placer a la vez sensual e intelectual, cómo el artista construye su castillo de naipes, y cómo ese castillo se va convirtiendo en un castillo de acero y cristal». La superioridad de la buena literatura reside en su capacidad para hacernos más sabios y sensibles, no en su potencial para evadirnos de la vida que a despecho llevamos.
Pero si esas son las cualidades del buen escritor y de la buena literatura, ¿qué características deberían atribuirse a los buenos lectores? En la obra citada, Nabokov facilita diez posibles descripciones y nos propone que elijamos cuatro. ¿Cuáles elegiría usted, aquí y ahora?
1) Un buen lector debe pertenecer a un club de lectura.
2) Debe identificarse con el héroe o la heroína.
3) Debe concentrarse en el aspecto socioeconómico de la novela.
4) Debe preferir un relato con acción y diálogo a uno sin ellos.
5) Debe haber visto la novela en película.
6) Debe ser un autor en ciernes.
7) Debe tener imaginación.
8) Debe tener memoria.
9) Debe tener un diccionario.
10) Debe tener cierto sentido artístico.
He aquí el dictamen de Nabokov. Léanlo con cuidado y, si fuera necesario, enmiéndense:
— El buen lector no es aquel que pertenece a un club de lectura, ha visto la novela en el cine o se interesa por los aspectos socioeconómicos de lo que lee. Tampoco el que cree ser un escritor en ciernes.
— El buen lector no es aquel que se identifica emocionalmente con el héroe o la heroína de la historia. La empatía emocional responde a una necesidad psicológica y no a un mayor dominio de la lectura.
— Tampoco nos hace buenos lectores preferir la acción o el diálogo frente al texto descriptivo, reflexivo o, simplemente, espeso. Hay quien desea un muerto en cada página o prefiere el dinamismo de las conversaciones ocurrentes, pero eso no determina nuestra madurez lectora.
— Para el autor de Lolita, el buen lector es aquel que tiene imaginación, memoria, un diccionario a mano y cierto sentido artístico… «sentido que yo trato de desarrollar en mí mismo y en los demás siempre que se me ofrece la ocasión», concluye Nabokov.
— Obviamente, si desea usted saber más sobre los buenos lectores y los buenos escritores entrénese con Nabokov, Jane Austen, Flaubert, Dickens o Proust, entre otros. Y si desea aclaraciones sobre qué demonios sea el sentido artístico, lea a nuestro colaborador Francesc Cornadó en La Charca Literaria[2] .
[1] Vladimir Nabokov: Curso de literatura europea (RBA, 2010).
[2] Francesc Cornadó: El martillo pneumático, (https://lacharcaliteraria.com/author/francor/).