Aspirar a seres (humanos) o aspirar a ser

La vida fácil



¿Qué me diríais, queridas lectoras, si os dijera que la aspiradora perfecta existe? Automática, sin cables… Con todo eso, sí. Y con aquello con lo que hemos soñado todas: poder elegir qué aspirar. A título informativo, en italiano existe el vocablo aspiratore, aunque quizá está más extendido el término aspirapolvere para el ámbito doméstico, lo que responde a la necesidad inicial para la que fueron inventados estos electrodomésticos: extraer el polvo de una dependencia para atenuar la exposición de las personas asmáticas a los nefastos arácnidos, llamados ácaros, pequeños pero matones. Porque ¿y si alguien quisiera librarse de un tipo desagradable que ―por casualidad― fuera alérgico a esos bichitos de ocho patas?

Fabrizzio, de tan simpático que era, acababa siendo un pesado; daba igual las veces que le pedía que acabara con las zalamerías y carantoñas. Naturalmente, siempre a merced de sus pulsiones libidinosas. Por casualidad, su otro punto débil era el asma. Lástima que entonces aún no conociéramos la Vooher 2000.

O suponed que es otra sustancia la que no queréis aspirar… No sé, polvos de talco. O, al contrario, habéis decidido aspirar solo un tipo de objetos, como las perlas de ese collar que pasó generación tras generación desde la tatarabuela hasta tu joyero y que decidiste probártelo sin cerciorarte de que el hilo se deshacía a la mínima tensión. Ma non ti preoccupare, porque la Vooher 2000 tiene un compartimento para esos objetos singulares.

Alguna de vosotras se lo habrá preguntado. La respuesta es sí; este portento de máquina puede aspirar a personas. Hasta hacerlas desaparecer. Para siempre incluso. El consejo es que vuestro servicio doméstico se haga con este artificio. Nadie debe esperar más de esta sección, ogni pazza vuole dare consigli. Así que, como l’aspiratore, debéis seleccionar la aspiración: o transitiva o intransitiva, pues no puedo deciros esto último (qué aspiráis a ser).