«Todos los libros tienen su fortuna, pero son pocos los que nacen bajo un hado tan adverso como las Antologías».
José Manuel Blecua: Floresta de la Lírica Española.
En los tiempos de la digitalización tienes la sensación de que se publican menos antologías poéticas que antaño, quizás porque internet es ya una antología poética en la que cabe todo y hay de todo y los lectores se hacen su propia selección; quizás también porque hay pocas editoriales que apuesten por la poesía y esta se difunde y sobrevive con tiradas cortas, autoediciones y mediante premios, recitales y festivales poéticos.
Las antologías poéticas son como depósitos culturales en los que se preserva aquello que se considera digno de ser recordado y transmitido y pueden ser muy diversas: de un poeta; de un conjunto de poetas de un momento histórico; de una región; de una determinada identidad sexual; de una determinada temática o forma.
En general, las antologías poéticas se clasifican en dos tipos fundamentales: las que miran el pasado y las que se centran en el presente.
Las que miran el pasado tienen la voluntad de reconstruir la memoria y se consideran más objetivas gracias al paso del tiempo. En la década de los 70, el erudito profesor y crítico literario José Manuel Blecua publicó una de las mejores antologías: Floresta de la lírica española, en dos volúmenes (Editorial Gredos, 1972), que abarcaba desde las Jarchas mozárabes hasta la poesía del momento. Su Floresta presentaba una novedad: incluir poemas en lengua no castellana: «Creo que también sobra la justificación. El criterio de considerar tan español al Marqués de Santillana como a Ausiàs March, a Unamuno como a Maragall, no puede admitir objeciones», decía el profesor en el prólogo. Su Floresta era tan española que acogía con el mismo cariño versos castellanos, gallegos y catalanes, tres lenguas que, en vez de malherirse a ciegas, consonaban armoniosamente. En la década de los noventa, una de las antologías historicistas más extensas fue La Poesía Española. Antología comentada, en tres volúmenes (Círculo de Lectores, 1991), elaborada por el profesor Francisco Rico, que comprendía un itinerario desde los orígenes hasta el siglo XX. El erudito investigador también antologó poemas en lengua no castellana, en este caso acompañados de su traducción.
Las antologías que se centran en el presente tienen la intención de caracterizarlo y definirlo, que es una de las tareas más difíciles para un antólogo, ya que siempre habrá alguna ausencia incomprensible.
Con el cambio de milenio han predominado las antologías de tono milenarista para mostrar los poetas del nuevo siglo y desbrozar un poco el bosque, que es lo que ha intentado hacer, dos décadas después, el escritor y crítico literario José Andújar Almansa en Centros de gravedad. Poesía española en el siglo XXI. Una antología (Pre-textos, 2018), que contiene poemas de doce poetas nacidos después de 1970. Reducida en nombres, pero amplia en propuestas, lo que los une es el tiempo y el espacio de significados culturales, artísticos, ideológicos, históricos y acaso anímicos y que son el reflejo de una época policéntrica y pluricultural. Respecto al título, el antólogo ha manifestado que: «El plural de esos centros pone de relieve una diversidad de proyectos singulares, lo que nos aleja de cualquier suposición de escuela o tendencia estilística». Lo que le interesa al antólogo son «los poemas habitados por la necesidad de cuestionarse por dentro, pero que exigen también abrazar semánticamente el mundo, ya sea por medio de una imagen, una elipsis o una sintaxis fracturada». De esa antología es el poema siguiente:
Un hombre horizontal
habita el falso techo de mi casa.
Cuando recorro el pasillo
repta sobre mí
como un soldado a tierra
y repite con acento extranjero
cada palabra que digo.
Atrincherado en la altura,
desgasta el yeso oscuro
con su runrún de termita.
Se acomoda, gana terreno,
consigue que sea yo
quien se esconde.
Erika Martínez (Jaén, 1979), de El falso techo (2013)
Las antologías poéticas son operaciones de síntesis (de un autor, de un período, de una tendencia, de una generación…) y aunque por sí solas poco aportan al panorama literario, la suma de síntesis diversas ayudaría a descubrir las líneas dominantes del skyline, del panorama poético contemporáneo del siglo XXI, tarea nada fácil teniendo en cuenta que somos el país del mundo con más poetas por metro cuadrado, pero no de buenos lectores de poesía. Como dice José Andújar: «Todo poema formula una pregunta: desde qué lugar leemos, es decir, quiénes somos nosotros».
Jorge Luis Borges era un gran poeta y había leído muchas cosas sobre poesía. En «Flor de Coleridge» (Otras inquisiciones, 1952) recordaba que el poeta inglés Shelley en A Defence of Poetry (1821) dictaminó que «todos los poemas del pasado, del presente y del porvenir, son episodios o fragmentos de un solo poema infinito, erigido por todos los poetas del orbe». Shelley era un poeta romántico: su poema infinito era una antología o floresta.