Era el tiempo inmóvil de la flor del jacinto;
(cuando yo era como las manzanas).
Winétt de Rokha
A veces los niños están durmiendo
y están despiertos
sus rotaciones son las de la esfera,
tan definitivas como imprecisas
nos enseñan
que mirar adelante
es ir hacia atrás,
que hay que ser pato de estanque
circunnavegando toda circunstancia
como un banco de parque
que se sabe pasarela vacía
que conduce a cualquier parte
y el desvarío no descansa
y siempre es el viernes que dio a luz
a todos los viernes,
de cuando los taburetes
giraban incesantes
y llegamos a ser mito milenario.
Hay un paseo dedicado
a la explosión del ser
al hacer arder
a lo ancestral del encontrarse
a los cuerpos que no caben en la palabra cuerpo.
Hay que tener en cuenta
que todo es ficticio
Y REAL
para que cuando el cielo esté rojo,
nosotros seamos viceversa
y ya nada impida,
y se siga ahí
con las velas hinchadas y enloquecidas
como un azúcar que lee bien
y tengo la certeza
de que debajo
de todos los paraguas
llueve de la mejor manera
cuando recuerdo la pared
que nos miraba desde el blanco,
cuando el lejos no era
ni más ni menos que el resto
y el cerca era un millón de globos
imitando las nubes
en su espontáneo gesto
y la realidad era indistinguible
del abrirse en canal el ensueño
y las pirámides eran una línea
del repertorio de cuentos
para dormir a los niños
que éramos nosotros
y estaban durmiendo
y estaban despiertos
y estábamos durmiendo
y estábamos despiertos…