1. La veracidad de los espejos es inversamente proporcional a la velocidad con la que huyes de ellos.
2. Flaco favor hace la luz nocturna encendida contra los terrores pues, en la oscuridad los espejos absorben la profundidad del sueño y solo con ella restañan el azogue perdido en los largos años al servicio de la vanidad.
3. La falsa dislexia especular -esa inquietud de «la derecha no es tal», de «la izquierda me confunde»- genera una contrariedad metafísica semejante a la de la rozadura en el pie que parece una chinita, pero que no lo es.
4. “Espejito, espejito…” es una invocación mucho menos sugerente que “espejismo, espejismo…”.
5. Larga vida a las esquirlas de espejo que utilizabas para deslumbrar gallinas pues su recuerdo encierra más brillo de infancia que cualquier diario, que cualquier anécdota bien articulada.
6. Si no rompes el espejo picado por el tiempo se cernirá sobre ti la maldición de parecer, para siempre marcado por las pecas, por la viruela de lo ya vivido, de lo que ya no es reflejo de nada.
7. Sacrifica tu reflejo en el adocenado espejo plano y solitario para volcarte en el vivo retrato que te regalan las copas de cristal, las bolas de navidad y las burbujas, deformante, pero con otros ojos compartido.
8. Al sol de los acontecimientos tu cuerpo ejerce de rompeolas que absorbe la luz y tu mala sombra hace de espejo que en negro te retrata.
9. Cuando recompones tu espejo, hecho trizas, cuando lo transformas en un puzle estrellado, recuperas lo que nunca habías tenido: la visión de cicatrices refractarias y un mundo caleidoscópico.
10. Permítete el lujo de ignorar las lecturas que de ti hacen los mil espejos que, implacables, por fidedignos, te rodean. Quédate solo con la primera impresión que dejas en sus superficies esmeriladas, la más obvia, la más fugaz, la más semejante a una tarjeta de presentación cuyas esquinas de cartón se desgastarán en la cartera durante años y que nunca será consultada.