Anestesia total

Leído por ahí

 

H. P. Lovecraft, el oscuro de Providence, escribió muchísimo (109 publicaciones de ficción en prosa, más de 300 poemas, medio centenar de ensayos de índole filosófica, 160 artículos de prensa amateur, 13 documentos sobre sus viajes y, al menos, 20.000 cartas conservadas). En 1921, su joven esposa (Sonia H. Green) organizó y editó diferentes citas de Lovecraft tomadas de su correspondencia y las tituló Nietzschealismo y realismo[1] otorgándoles la forma de aforismos, a la manera de Nietzsche, pero con un fondo pesimista más próximo a Shopenhauer. Allí podemos leer, entre otras lindezas, esta valoración de la existencia humana:

Toda vida humana es agotadora, incompleta, imposible de satisfacer y sardónicamente carente de propósito. Siempre lo ha sido y siempre lo será; por ello, aquel que busca en ella un paraíso no es más que un embaucado por mitos o por su propia imaginación.

Y prosigue: «El hombre sabio es aquel que desdeña la vida y se mofa de sus pueriles ilusiones e insustanciales metas». Lovecraft imagina al sabio como un individuo aristocrático, ajeno a los bienes y a las comunes aspiraciones humanas; un ser que no tomaría nada en serio, ridiculizaría la sinceridad y los celos, y no desearía nada. Es alguien que sabe que el cosmos no guarda nada digno de desear.

Y dado que tal sabiduría no está al alcance de cualquiera, que todo lo que nos rodea es feo y decadente, quizá hubiera sido mejor no haber nacido. En esa línea, Lovecraft no se corta un pelo y hace propuestas a favor del suicidio universal. «Si fuésemos suficientemente sensibles como especie buscaríamos la muerte, el mismo espacio en blanco del que disfrutábamos antes de existir». (Algo así leímos también en La conspiración contra la especie humana, un libro de Tomas Ligotti que remacha el clavo del suicidio colectivo pero sin la efectividad –la brevedad– del aforismo lovecraftiano).

Al fin y al cabo, ¿en qué afectaría al universo la desaparición de la especie humana? En palabras de Lovecraft (también lo ven así Ligotti, Schopenhauer o Nietzsche) «en el cosmos, la existencia o no exis­tencia de la Tierra y sus miserables habitantes es algo de la más completa indiferencia. La constelación de Arturo resplandecería igualmente si todo el sistema solar fuese destruido.»

Moraleja

Considerando lo anterior, trate de guiarse en lo sucesivo por las normas siguientes:

— Observe a los gatos o a los campesinos sin aspiraciones. Su ensimismada felicidad es envidiable. Tome su ejemplo y no se deje llevar por lo que jamás podrá conseguir.

— Si es usted un alma sensible no lea a los filósofos pesimistas. Existir es una pesadilla. No deje que se lo recuerden en cada página.

— Pero si es usted un tipo duro y soporta bien el chirriar de la vida, lea lo que quiera y aguarde su turno con paciencia. Ir viendo cómo el mundo y la literatura se corrompen también forma parte del programa. (Lovecraft, Schopenhauer y Nietzsche consideraron que el arte y la experiencia estética era la única tabla de salvación).

— Y no desfallezca. Tarde o temprano le llegará su hora. Alégrese entonces de volver al dichoso espacio en blanco que le han prometido y enfréntese a la anestesia total sin miedo.


[1] H. P. Lovecraft: «Nietscheism and Realism», en Miscellaneous Writtings, Ed. S.T. Joshi Arkham House (1995).