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El pararrayos se aburre mortalmente en su espera de tormentas.
Cuando, al fin, Dios firma la noche con su rúbrica eléctrica, el pararrayos acoge aquella muerte pálida con un orgasmo estremecido y la guarda para siempre en su pozo embalsamado de ozono.
Es el secreto del pararrayos.
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Imagen Edu Barbero