dejad de regarnos con palabras de cuarzo
se me secó la boca, se alarga la búsqueda
y todo el desierto que ofreces
es un valle de sueños de olivos a punto de
———-cómo puede correr esa niña, pregunto
y tú, abuela, me miras
pensando algo así
como qué tonto o qué tierno
tú, que me educas a entender
que ahora el sometimiento ha de ser la mecha
———-entonces imagino
———-que la niña corre con años de fuego acumulado
———-abriendo el surco en la tierra
desde la responsabilidad de la sed
a la masa rabia azul enemiga
———-la niña corre, quizás sin más destino que perforar
el cuarzo atragantado
en este discurso de coltán enfurecido
que se os llene la boca de cristales astillados
y que las bayonetas se giren
hundiéndose
en vuestro pecho
–