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Hacía tiempo que guardaba dentro del armario un ramo de flores secas, aromáticas, envueltas en papel de plata.
No lo había depositado aún en las amorosas manos de la novia muerta.
No sabemos a qué esperaba…
Era un ramo de flores aromáticas, desecadas, de esas que venden en las tiendas de herboristería.
Flores disecadas en vida. La muerte, por lo tanto, no podrá marchitarlas aún más. Ni dentro del armario, ni tampoco en las manos amorosas de la novia muerta cuando al fin pueda regalarle ese ramo de flores secas, y cuyo aroma penetra más allá de la muerte.
Flores para la novia muerta, guardadas en el armario.
Ilustración: Judith Xifré.