El gobierno de aquel país quería celebrar las elecciones un día de Navidad, a toda costa, fuera cual fuese el precio o el sacrificio.
Un grupo de indignados del barrio preguntó a la Administración si en las mesas electorales, el día de Navidad, entregarían una botella de champán a los ciudadanos que se animaran a votar, para que pudieran al menos celebrar las fiestas en paz, en estos malos tiempos de crisis y jaleo nacional, argumentaron.
Además del champán, podrían regalar también —sugirieron—, una novela de misterio, por ejemplo, un ejemplar de la novela ganadora del XXV Gran Premio «La Corte de los Milagros», titulada El misterioso caso de un gobierno en Navidad.
Los promotores y valedores de tal hecho épico y epifánico electoral, constituían el partido político denominado “Los Nuevos Tiempos Comienzan Esta Navidad”. Defendían con vehemencia y un punto de agresividad ese gobierno navideño, un gobierno elegido el día de Navidad. Querían mandar desde ese mismo día sagrado, como una epifanía de un mandato mistérico, definitivo, nunca visto antes ni después en la historia de la gobernación.
No importaba, en absoluto, cuál fuera el programa de gobierno, si era de derechas, de izquierdas o de centro. Tampoco importaban los recortes ni el paro, ni la vivienda ni la sanidad. Las élites de aquel legendario país sólo querían conseguir un gobierno que permitiera al pueblo cantar y bailar con más fuerza en Nochebuena y Navidad, para celebrar como era justo y necesario el fantástico triunfo.
Cuenta la leyenda que el partido “Los Nuevos Tiempos Comienzan Esta Navidad” acabó ganando las elecciones por mayoría absoluta, puesto que miles de militantes y millones de simpatizantes fueron a votar alegremente las políticas navideñas de nuevo cuño. Los titulares periodísticos de aquellos días navideños se asemejan más a una novela cómica tremendista que a una de intriga, con detectives y parejas de enamorados perseguidos por la ley.
Las crónicas informan que todos aquellos indignados satíricos que se negaron a celebrar el triunfo político de aquel día de Navidad, fueron desterrados a vivir en los bosques más lejanos, en grutas y matorrales entre los árboles, conviviendo con los conejos asustados y otros animales.