–I–
Acumulas años, deserciones.
Como un gabán usado, cuelgas
en los espejos otro matiz inédito
para deshabitarte,
un diván deshojado a los pies de otra lluvia.
Ecuacionas.
Inventas falsas divisas,
territorios cautivos, regresos extranjeros,
dilemas sin outsider que no empinan el codo,
ni olvidan, ni recuerdan
porque palpan la sombra
y son la sombra,
porque hablan de amor
leyendo a Robert Browning
y saben razonar cuando
los acuchillas, cuando corre la sangre
como un verso exacto de Emily Dickinson
por el tacón azul de la mañana.
Como un gabán usado,
le tiembla la mano al dios inexistente
que desliza tus días sobre el pizarrón del tiempo
y no quieres morir. Y mueres. Y llega la deshora.
Y no estás en el mundo.
Y no eres eterno.
–II–
Vivir es desertar.
Hacerle el boca a boca a las banderas muertas.