Se acabó. Hoy cerramos la barraca hasta septiembre. Nuestros correctores, editores y colaboradores necesitan un descanso y, desde luego, nuestros lectores también. Alguno de ellos nos lo ha reprochado alguna vez: «soy incapaz de leerme todo lo que publica La Charca Literaria«. Me lo creo. Yo tampoco me lo leo todo; ni nuestro director lo hace. Eso explica que, a veces, se nos cuele algún artículo deslucido. ¿Cuál? Depende del criterio del lector. Hay quien querría en nuestras páginas más sangre y desvergüenza; hay quien busca mayor lirismo; incluso quien espera encontrar concesiones a la actualidad. Yo suelo echarles la culpa a nuestras editoras, que seleccionan los textos según su grado de amistad con los autores. “¡Todo sea por complacer a los amigos!”, musitan. Conmigo trabajan dos: la editora Musidora y Lolita Lagarto, que también luce como una mujer fatal. Ambas lo hacen gratis y a satisfacción de nuestro director, que también tiene sus manías.
—Convendría meditarlo, Nicanor, de cara a la nueva temporada —me susurra el Jefe, oculto tras la cortina de terciopelo rojo que marca el límite de sus aposentos— ¿Qué podríamos hacer para no cansar a los lectores? ¿Publicar un único texto a la semana, que sea cortito y contundente? ¿Quizá algo así como una frase célebre, un aforismo blasfemo y lírico a la vez?
Yo aprovecho para reafirmarme en nuestra opción inicial y hacer balance de lo logrado: en estos seis meses de vida, hemos publicado alrededor de 260 textos, de 46 autores diferentes. Cada día dos textos nuevos; cada semana, un menú variado (relatos, poemas, vivencias, opiniones), apto para todo tipo de paladares. Quien no haya encontrado lo que buscaba, que hurgue mejor en nuestros archivos y descubrirá las joyas de la corona. Quien prefiera una línea de trabajo determinada, que repita el goce en terreno conocido.
En La Charca participan autores argentinos, uruguayos y españoles. La mayoría de Madrid y Barcelona, pero también de Valencia, Murcia, Teruel, Guadalajara, León o Vigo. Escritores noveles y otros con larga trayectoria y experiencia. Nombres propios, seudónimos y heterónimos. Algunos que se prodigan quincenal o mensualmente en nuestra revista; otros que sólo han colaborado con un único trabajo, tan personal como necesario y bien acogido. ¿A cambio de qué? A cambio de participar en este experimento de colaboración desinteresada que es La Charca.
—¿Arde usted de amor, Nicanor, hacia nuestros colaboradores? ¿Les ama o les admira? ¿Cómo agradecerles su generosidad? —me pregunta el Jefe desde el fondo de su litera, que flota entre algodones— ¡Expréseles nuestro agradecimiento y anímeles a seguir colaborando tras el descanso vacacional!
Moraleja
Considerando lo anterior, trate de guiarse en lo sucesivo por las normas siguientes:
—Si es usted un colaborador habitual de La Charca Literaria y se ha prodigado en nuestra publicación, siga haciéndolo sin poner límite a su genio creativo. No olvide releer lo escrito, observarse y mejorar. Puede que dándole vueltas a su pluma consiga finalmente dibujar un círculo perfecto.
—Si usted sólo colaboró con nosotros en una ocasión, piense que su artículo quedó viudo y que quizá convendría irle buscando pareja. Al menos así conseguiría cierto reconocimiento virtual (tenemos casi dos mil visitas semanales) y el aprecio del resto de colaboradores (algunos se quieren como hermanos).
—Y si es usted uno de nuestros seguidores, no olvide clicar al “me gusta” cada vez que lea un artículo. Hay que procurar mantener viva la vanidad de nuestros autores para que sigan escribiendo y publicando gratis para nosotros y para usted. También puede darles apoyo por caridad. El cielo premia a la gente virtuosa.
En cualquier caso, saludos cordiales y un feliz verano.