Daisy

Vidas ejemplares

Daisy nació en Guayaquil, pero se fue a España de muy joven, con su madre y Renato, amigo de la madre. Tras buscar suerte por varias localidades (Tomelloso, Puertollano y Puertohurraco), recalaron en el pueblecito catalán de Sant Ferriol d’Entremón, porque las dos mujeres recibieron una oferta de trabajo. No así Renato, que, por despecho, decidió seguir la aventura por su cuenta y terminó presidiendo la agrupación local de Aliança Catalana en Manlleu, amén de dirigir una jugosa empresa de tratamiento de purines.

Daisy empezó a trabajar cuidando ancianos del pueblo, yendo de aquí para allá por las masías de las afueras. Uno de esos ancianos era Just Ribó i Puigdengolas, antiguo alcalde de Sant Ferriol y luego poeta, en la edad provecta. Como poeta, Just fue laureado con el Premi Magnòlia d’Argent en el certamen lírico de Sant Celoni por su poemario El rossinyol audaç, reseñado por Carles Castellanos en su antología Novíssims poetes a tenir en compte (Editorial Bonpreu, Ripoll 2017).

Daisy y Just congeniaron: él era generoso, sin hijos, rijoso y hacendado. Ella era pobre. Lento pero seguro, el antiguo alcalde (primero falangista, luego de Convergència) usó sus dotes persuasivas con Daisy y la puso de gobernanta a tiempo parcial en el prostíbulo La Renaixença, de su propiedad.

Necesito a alguien de confianza —murmuró él, mientras le pellizcaba el hoyuelo de la barbilla con sus deditos leñosos.

La Renaixença era un local ubicado en medio del bosque, una antigua y siniestra torre modernista del arquitecto Jujol. Los terratenientes de la zona eran los principales clientes de La Renaixença, aunque acudían a engrosar sus beneficios toda clase de lugareños: artesanos de la ratafía, campesinos, cazadores, ciclistas de domingo y collas de castellers (a veces sin el enxaneta). Entre los castellers estaba Bonaventura Domènech Singla Marimon, descendiente de carlistas, poeta como Ribó y su eterno enemigo: Singla había sido candidato a alcalde por Esquerra Republicana durante toda su vida, aunque siempre le ganó la partida el falangista. Singla fue primer premio en los Juegos Florales de Andorra la Vella de 1987 con su soneto en endecasílabos L’Arcàdia no era per tu, era per mi. Pero eso no le reportó más votos.

Daisy ejerció como gobernanta del prostíbulo con solvencia, para gran satisfacción de Just. Cuando la clientela superaba la oferta, Daisy se ponía de puta sin problemas, y por eso era muy apreciada entre las trabajadoras, que adoraban su liderazgo horizontal. Fue en una circunstancia excepcional como esta cuando se vio encamada con Bonaventura. Por fortuna, el cliente solo pretendía recitar sus sonetos a una mujer atenta y no albergaba intención copulatoria. Pero se prendó de ella: Daisy sabía escuchar como nadie en el mundo.

Singla regresó a La Renaixença muchas veces y con muchos sonetos, hasta que se ganó la confianza de Daisy de tal modo que consiguió llevársela un fin de semana a la villa de Blanes, en donde la invitó a una paella en el Mar i Vent y luego le pagó un helado de mango en un chiringuito del paseo marítimo. Fue entonces cuando le propuso ser su cómplice en el asesinato de Just.

Nada más regresar de Blanes, Daisy delató a Singla. Just, agradecido, la puso de heredera en su testamento. Ella se metió a lesbiana tras la muerte del viejo, que sucedió por causa natural poco más tarde. A partir de entonces, Daisy dedicó un gran porcentaje de los beneficios de La Renaixença a sufragar a las pobres de la comarca y a los huérfanos víctimas de la violencia machista. Extendió su filantropía a toda la provincia y fue venerada en todas partes.

A Cataluña se lo debo todo. Cataluña me enseñó a ser puta —dijo en el homenaje que le hicieron a sus ochenta años, en la Plaza Francesc Macià.