Al escuchar recitales de Poetry Slam Barcelona o recitales de poetas como Jaume Muñoz, Myriam Soteras o Jade Sal de La Charca Literaria —se pueden escuchar en Internet—, alguna vez he recordado lo que dijo el poeta Blai Bonet (Santanyí, Mallorca, 1926-1997) acerca de la poesía.
«¿Y la poesía, tú?», se preguntaba el mallorquín en la década de los sesenta; su respuesta era clara y contundente: la poesía como género literario, o sea, como tradicional libro de poemas, había cerrado su ciclo vital. No es que la gente lectora, en este caso minoritaria, prescindiera de la poesía en verso, sino que se había llegado a una época en la que el sentido existencial poético de la vida evolucionaba hacia la gran presencia, hacia los poemas cinematográficos de Antonioni, Bergman, Summers, Truffaut; hacia la alta poesía interpretativa de Jeanne Moreau, de Marlon Brando; hacia la lírica pintada de Ossorio, Sam Francis, Picasso, Cuixart, Archipenko; hacia los poemas mitad cantados y mitad personales de Bob Dylan; hacia la letra, música, inteligencia y clase de los Beatles, especialmente John Lennon; hacia la poesía en directo de Jacques Brel, Brassens, Léo Ferré, Raimon, que son una realidad alta, que, además, es popular, usada cada día, útil, utilitaria, como el arte de cualquier época.
Con esa respuesta Blai Bonet no mostraba una falta de fe en la poesía escrita, en el libro de poemas, no. Lo que decía era que él creía en la poesía de viva voz y en público, en la poesía recitada, o dicha, o hablada, en la poesía entregada «a mans».
Después de recitar un poema en público, Blai Bonet se veía obligado a hacer rectificaciones dictadas por los ojos, por las manos de la gente que estaba en silencio escuchando delante del contenido y del cuadro vocal, clínico, de su voz con sonido grave. Gracias al color de su voz, Blai Bonet era un actor literalmente fuera de serie. Su poesía era un torrente de registros: lírico, coloquial, reflexivo, intertextual, narrativo, tradicional, profético, suburbial, si hacía falta. Así escribía y corregía su poesía, el de Santanyí, con libertad de lenguaje, con anglicismos, galicismos, castellanismos, neologismos…
Se cuenta una anécdota sobre un poema de Blai Bonet que muestra la fascinación que causó a algunos artistas la poesía vitalista y coloquial del mallorquín. En el Made in Catalunya de 2007, celebrado en el Baryshnikov Arts Center de Nueva York, dieron a elegir a Lou Reed (1942-2013), una de las grandes figuras del rock independente y reconocido poeta, entre varios poemas para leer en público y eligió All Brow de Blai Bonet, compuesto de cuarenta versos. Al Brown (1902-1951) —ese era su verdadero nombre—fue el primer boxeador negro hispanoamericano, el opiómano campeón mundial de boxeo panameño, uno de los mejores peso gallo que salió de la miseria más absoluta y llegó a la gloria en uno de los combates más breves de la historia ya que duró solo quince segundos.
Después de aquella lectura en el Baryshnikov Arts Center, el cantante de The Velvet Underground incluyó durante un tiempo como sintonía en su contestador telefónico unos versos de All Brow para saludar a los que le llamaban; Lou Reed entendió en seguida que la poesía de Blai Bonet estaba escrita para ser dicha, hablada, recitada en público. No sé qué versos de All Brow Lou Reed grabó en el contestador porque obviamente nunca lo telefoneé ni conozco a nadie que lo llamara; puestos a escoger, en el automático yo habría grabado los cuatro primeros versos del poema:
¿Qué sería del hombre sin las bestias?
Si, en un momento, se fueran de la tierra
todas las bestias de la tierra,
el hombre caería en una gran depresión…
O quizás habría personalizado el mensaje de los últimos versos:
Si se hubiera quedado sin las bestias, All Brow
también hubiera caído en una gran depresión
muy, muy, muy parecida a la cultura… (*)
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(*) Versos traducidos al castellano por Jordi Balcells.