Soy un culo inquieto

Isla Naufragio

 

Testimonio

Oiga, oiga, soy un culo inquieto, voy, vengo, para allá, para acá, no paro, espectador inconstante, huido confeso. Si voy a una exposición o a una conferencia ya estoy cansado a los diez minutos, pensando en otras cosas y con ganas de irme.

Si participo en una manifestación no voy andando ordenadamente con los demás, voy arriba y abajo, a la cabecera, al final, vuelvo y me adelanto a ver el escenario donde darán los parlamentos, vuelvo de nuevo y me voy por otra calle a saber dónde. El grillo e buon cantore, tarareo.

Procuro no hacer nunca colas y si las hago calculo, medito, aquilato qué cola irá más rápida y al final me voy sin la compra realizada. Cuando leo me pasa lo mismo, leo diez o veinte páginas y dejo el libro o voy al final directamente para ver en qué queda la cosa. No creo haber leído un libro completo y ordenadamente en mi vida. “Un soldado siempre está en peligro, lo mismo que un hombre que insiste en decir la verdad”, escribió Taylor Caldwell, eso, eso, no hay que estarse quieto, escurrir el bulto y si te preguntan no contestes.

¿Crees en algo?, insisten en preguntarme. No creo. Creo que no creo, no me da tiempo. Para creer en algo hay que ser constante y cuando empiezo a creer ya estoy creyendo en otra cosa en la que tampoco termino por creer porque no me da tiempo.

¿Se dan cuenta de mi intranquilidad, de mi inconstancia? Ahora mismo que estoy escribiendo esto podría estar en otr