Quiero sentir las emociones, volver como esas olas que golpean las rocas, rompiendo su silencio desde el aire.
No quiero que me venza este sueño ni que la noche se extienda más allá del invierno.
Quiero seguir aquí en esta deriva, una simple botella que aguarda su marea, que arrastra su mensaje con paciencia ilimitada.
Hubo un tiempo de mediodías al sol y plenitud convexa.
Quiero esperar bajo el viejo ventanal que me refleja a golpe de sal y de recuerdos mientras todo transcurre en un modesto laberinto de silencio.
No voy a ser paciente, no esperaré al viento del nordeste para brillar en la estructura lenta y sugestiva de horas equidistantes.
Quiero la tarde de ayer y la de hoy, la aún desconocida y la de todos los momentos que pierdo y recupero en mi memoria, o tan solo descubrir otro rostro, un pálido reflejo en la luz de la palabra que despierta pasiones en la ciudad dormida.