Pintaba marrones los troncos de los árboles,
pero en su calle solo había plataneros.
Los peces, siempre azules:
no sabía todavía bucear.
La nieve, no aprendió nunca a dibujarla.
Tan blanca, sobre el papel, no la veía.
Después, ya no volvió a nevar.
La alergia arrancó los plataneros.
Del mar, llegó flotando,
gris como los troncos amputados,
una dorada
opaca.
(Collage de Susana Blasco)